Las autoridades informaron que los pandilleros llamaron por teléfono celular a los otros reclusos. El auxiliar de la Procuraduría de los Derechos Humanos en Escuintla, Osmín Revolorio, dijo que reos heridos le dijeron que un guardia penitenciario ingresó un maletín con armas, las cuales habrían sido utilizadas en el ataque. En esa ocasión fue utilizada una ametralladora Mini Uzi, la cual se perdió en la Policía Nacional Civil un mes antes, reveló un informante.
Luego de la trifulca en Pavón, 18 de los 31 reos, todos de la Mara Salvatrucha, salieron de uno de los sectores y pedían ayuda. Al entrar, la Policía halló ocho cadáveres de integrantes de la Mara 18. Además, murieron 18 en El Hoyón, dos en la Granja Penal Canadá, y dos en el Preventivo de Mazatenango. En varias requisas se decomisaron 13 armas de fuego, 12 navajas y siete tijeras.
“Se rompió el sur”
La riña fue resultado de una “rueda” de pandilleros de la Mara Salvatrucha, que acordaron romper la tregua de no agresión con la Mara 18. “En rueda, se rompió el sur”, dijo un pandillero.
El ministro de Gobernación, Carlos Vielmann, y Francisco de la Peña, director de Presidios, informaron que el Sistema Penitenciario estaba a punto de colapsar.
Vielmann descartó que los reos pretendieran amotinarse, y que fue una disputa entre bandos.
De la Peña agregó: “Guardias tuvieron que ver con la mayoría de muertes”.
El presidente, Óscar Berger, quien estaba de viaje en Taiwán, lamentó el incidente y anunció que agilizaría un programa para separar a los pandilleros, para evitar enfrentamientos.
Además, adelantó que impulsaría un programa de rescate de jóvenes pandilleros en zonas de alto riesgo.
Hasta la fecha, los enfrentamientos entre reclusos, principalmente de pandillas, ha sido constante en las cárceles del país.
Muchos de los casos obedecen a que los reclusos no están debidamente catalogados o tienen organizaciones delictivas dentro de las prisiones.
Aunque un tanto diferente, la situación se extiende a las correccionales, donde, supuestamente, solo hay internos menores de edad.
Sin embargo, los niveles de agresión han sido mortales, tal es el caso de crímenes cometidos por líderes de pandillas contra monitores o maestros.