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Un día para los músicos

El 22 de noviembre el santoral católico recuerda a Santa Cecilia, virgen y mártir quien desde tiempos antiguos es considerada Patrona de los músicos, por tal motivo los virtuosos del sonido celebran hoy su día.

La Sociedad Filarmónica de Guatemala agrupa a decenas de músicos y tiene 203 años de existencia. (Foto: Hemeroteca PL)

La Sociedad Filarmónica de Guatemala agrupa a decenas de músicos y tiene 203 años de existencia. (Foto: Hemeroteca PL)

La celebración de este día es a nivel mundial, aunque en Guatemala los músicos celebran su día el primer o segundo domingo del mes de julio, fecha en la que celebran al Sagrado Corazón de Jesús, patrón de los músicos guatemaltecos.

La creación, apreciación y difusión de música laica en el país ganó mucha fuerza hace 200 años, gracias a la Asociación Filarmónica de Guatemala El Sagrado Corazón de Jesús, que ha reunido a agrupaciones de artistas y amantes de la música.

Esta sociedad logró consolidarse el 2 de julio de 1813 con el emprendimiento del maestro Eulalio Samayoa, primer compositor de sinfonía del continente americano.

Cabe destacar que es la organización gremial más antigua de Latinoamérica y se fundó, incluso, dos años antes que la Sociedad Filarmónica de Londres, Reino Unido (1815), según explica su presidente, el marimbista y compositor Léster Godínez.

La filarmónica respondió a la necesidad de los músicos profesionales de agruparse de una manera diferente a los tradicionales gremios aceptados por las autoridades coloniales.

La definición de la asociación va más allá del concepto de filarmónico, ya que sus integrantes —alrededor de 500— no solo son músicos, sino también personas que manifiestan su amor por este arte, y ese es el único requisito de pertenencia. “Hay que recordar que la palabra filarmónica viene del griego philos, amor, y armos, armonía, en alusión a la música”, agrega.

La asociación fue la base para el desarrollo de una tradición que dio un fuerte impulso a la práctica orquestal fuera de la Iglesia. Su visión es rescatar la idea original de Samayoa, de mantener unificada a la familia artística y cultural vinculada con la música y promover actividades culturales, dice Godínez.

Antecedentes históricos

En la Colonia existían dos tipos de música: la culta o de capilla y la popular, refiere Fernando Urquizú, doctor en Historia del Arte. “Los músicos que no componían melodías para misas no cumplían con las normas. Las grandes masas de feligreses se formaban auditivamente en la música sacra”, afirma el maestro Joaquín Orellana. En esa época los músicos tenían a Santa Cecilia como patrona, advocación que se asociaba con la dominación española, agrega Urquizú.

Durante la Ilustración francesa, en el siglo XVIII, se originó una división del arte religioso y civil, y se evidenciaron cambios en la forma de expresión con base en el estilo neoclásico, añade el historiador.

Esos cambios fueron introducidos al país por el fraile Juan Antonio Liendo y Goicoechea (1735-1814), a finales del siglo XVIII, quien instruyó las nuevas ideas a Vicente Sáenz, maestro de capilla de la Catedral de Guatemala y primer músico guatemalteco en destacarse como pianista.

La filarmónica, que se engendró por iniciativa de Samayoa en la iglesia La Merced, donde se encuentra una lápida honorífica a sus promotores, separó la música religiosa de la civil. Benedicto Sáenz, hijo de Vicente Sáenz, incorporó otras innovaciones a su regreso de Europa, a mediados del siglo XIX.

Luego de su fundación se abandona el patronato de Santa Cecilia y se adopta el del Sagrado Corazón de Jesús, el cual se desliga del concepto de un Cristo sangrante por el de uno ilustrado, dice Urquizú.

Según Godínez, la Asociación tomó ese nombre religioso en desagravio a las múltiples faltas cometidas por los músicos. Estas, en la actualidad, podrían considerarse menores y poco importantes, como llegadas tarde, forma inadecuada de vestir o desafinación.

Maestros como Germán Alcántara, Indalecio Castro, Salvador Iriarte, Jorge Sarmientos, Ricardo del Carmen y Joaquín Orellana han sido algunos de sus integrantes más ilustres.

Urquizú asegura que el papel de la filarmónica es esencial para la cohesión de los músicos en Guatemala, donde este arte está amenazado en el siglo XXI por la globalización y su reproducción mecánica. “Es uno de los últimos soportes para que no desaparezca la ejecución de la música original”, añade.

Godínez resume en una metáfora el significado de pertenencia a esta asociación: “Es un honor, ya que reúne a personas que se elevan por el arte sublime de la música”.

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