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Cómo la disputa del río Nueces entre Texas y México desembocó en la pérdida de 55% del territorio mexicano

Todo comenzó al norte del río Nueces.

Estados Unidos y México sostuvieron una guerra que culminó en 1848 con la victoria de las fuerzas estadounidenses. FOto:Getty Images

Estados Unidos y México sostuvieron una guerra que culminó en 1848 con la victoria de las fuerzas estadounidenses. FOto:Getty Images

La pérdida de más de la mitad del vasto territorio que México poseía antes de 1836 comenzó cuando el gobierno mexicano no pudo contener un levantamiento separatista en Texas.

A principios de la década de 1830, en ese territorio -delimitado al sur por el Nueces-, por cada 10 habitantes solo uno era mexicano, hecho que se sintió cuando el gobierno mexicano intentó defenderlo.

“México dio concesiones de manera generosa a los colonos extranjeros y la gente empezó a desbordarse. El control del gobierno mexicano sobre ese territorio era prácticamente nulo”, dice la historiadora Marcela Terrazas a BBC Mundo.

“Y cuando alertaron al gobierno mexicano de que ese territorio se podría perder, en realidad ya era muy tarde“, añade.

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México poseía casi cuatro millones de kilómetros cuadrados, entre provincias y territorios, tras su independencia en 1821.

Los impulsores de la independencia de Texas, estadounidenses en su mayoría, aprovecharon las circunstancias para declararse república independiente e ir más allá.

Decretaron que su frontera no era el río Nueces, sino que marcaron la línea 200 km al sur, en el cauce del río Bravo, conocido en EE.UU. como río Grande.

Por su parte, EE.UU. “estaba esperando el momento propicio para incorporar Texas a la Unión Americana”, explica la historiadora Bregoña Arteta.

“Pretendían que México reconociera voluntariamente la independencia de Texas, lo que les evitaría un problema grave con ese país”, dice en el artículo académico “La invasión de Texas a Nuevo México”.

México nunca les reconoció la independencia a los texanos, por lo que el presidente mexicano Antonio López de Santa Anna (1833-1847) se lanzó en una fallida campaña para recuperar el territorio.

Estos límites sacados de la manga sirvieron de pretexto para hacer estallar la guerra con México, que se negaba a aceptar la independencia de Texas”, explica Arteta.

La disputa por Texas y por sus límites del río Nueces dieron pie años después, en 1846, a uno de los episodios más oscuros de la naciente historia del México independiente.

Pero ¿por qué Texas se separó?

México fue conquistado por los españoles en 1521, pero recién 200 años después fue que el gobierno virreinal de la Nueva España comenzó sus esfuerzos por asentar poblaciones en esa región noreste de su gran imperio.

Amplios territorios estaban despoblados y solo algunos asentamientos tenían relación con el gobierno de la lejana capital.

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El presidente Antonio López de Santa Anna se perpetuó en el poder desde 1933 hasta 1847.

Cuando México consumó su independencia (1821), el gobierno permitió a unos 20.000 estadounidenses establecerse en el territorio texano, según números del historiador Rodolfo Acuña.

“Una gran cantidad de angloamericanos ingresaron a Texas en la década de 1820 como refugiados de la depresión de 1819. En la década de 1830, los hombres de negocios intentaron beneficiarse de la disponibilidad de tierras baratas”, describe en su libro Occupied America.

Contaban con la fuerza de trabajo de cientos de esclavos, empleados principalmente en la ganadería y agricultura, lo cual les daba ventaja sobre los mexicanos.

Pero México hizo efectiva la prohibición de la esclavitud en 1829, algo que los estadounidenses no estaban dispuestos a acatar.

Acuña indica que en 1832 se llevó a cabo una convención de colonos anglosajones en Texas, en la que se fijaban como objetivo que el territorio fuera declarado estado autónomo mexicano.

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Stephen Austin (abrigo negro) es considerado como el “Padre de Texas”. Negoció con la Nueva España la entrada de colonos estadounidenses.

Al no obtener una respuesta positiva de Ciudad de México surgió la idea de la independencia por la vía armada.

El ejército mexicano encabezado por Santa Anna y las fuerzas texanas separatistas -apoyadas por EE.UU.- se enfrentaron en sendas batallas desde septiembre de 1835 hasta abril de 1836.

Un momento clave para los separatistas fue el haber hecho prisionero al presidente mexicano, quien a cambio de su libertad firmó los Tratados de Velasco, que dieron pie a la independencia texanos.

Pese a que el acuerdo debía ser ratificado por el Congreso mexicano, para los texanos fue el nacimiento de la República de Texas.

El olvido del río Nueces

El río Nueces hasta la actualidad se extiende por unos 500 km, desde el este de la ciudad de San Antonio hasta su desembocadura en el Golfo de México, cerca de Corpus Christi.

Su cauce era la frontera histórica entre Nueva Santander (luego Tamaulipas) y Texas, como establece la “Relación histórica” que escribió el fraile Vicente de Santa María.

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Eso fue confirmado en 1821 con el tratado Adams-Onís, en el que el gobierno de EE.UU. y el de la Nueva España dejaron en claro cuál era el límite de Texas y Luisiana, territorio recién adquirido por los estadounidenses.

A pesar de que Santa Anna firmó el Tratado de Velasco, este nunca fue reconocido por el gobierno ni por el Congreso mexicano, así como tampoco la independencia texana.

El conflicto armado siguió en la zona fronteriza, pero el límite no era claro: los texanos la marcaban en el Bravo/Grande y los mexicanos en el norte de Texas, donde terminaba el territorio que los primeros reclamaban.

Por la razón o por dinero

Texas tuvo sueños expansionistas mayores, pues no conforme con hacerse de ese territorio mexicano, el cual agrandó más allá del río Nueces, buscaba anexarse Nuevo México y más allá, hasta llegar aCalifornia para tener acceso al Pacífico.

Incluso trató de ganarse el reconocimiento de México, ya fuera por la vía diplomática o con dinero, como explica la historiadora Arteta.

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El presidente texano Mirabeau B. Lamar envió a Barnard E. Bee a la capital mexicana “a negociar el reconocimiento incondicional de la independencia de Texas y para que se precisara la frontera, cuyos límites los marcaría el río Grande”, explica Arteta.

Si México no aceptaba, autorizaba a Bee a ofrecer la compra del territorio con una oferta que no excediera de cinco millones de pesos de ese entonces.

“Todo era cuestión de mover los límites fronterizos de acuerdo con lo que ellos pensaban y les acomodaba, sin tener en cuenta para nada a los ocupantes de dicho territorio“, dice la historiadora.

El gobierno de Santa Anna ni siquiera recibió a Bee, por lo que a la postre los texanos comenzaron a acercarse más a Estados Unidos y su poderío militar, algo de lo que carecía la naciente república texana.

La guerra que puso el fin

Casi una década después de la independencia texana, el presidente estadounidense James K. Polk optó por tomar medidas más determinantes.

Anexó a Texas en 1845 y envió a las tropas lideradas por el general Zachary Taylor para defender la frontera, pero no la del río Nueces, sino la del Bravo/Grande, explica Acuña en Occupied America.

La región seguía en disputa, pero un enfrentamiento cerca del Bravo fue usado como justificación por Polk para declarar la guerra contra México.

“Sangre estadounidense ha sido derramada en suelo estadounidense”, dijo ante el Congreso de EE.UU.

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Estados Unidos defendió Texas tras su anexión en 1845.

Así comenzó la guerra mexicano-estadounidense.

Por medio de una fuerza muy superior a la de México, EE.UU. invadió el territorio en 1846 y no se retiró sino hasta 1848, tras la firma de Santa Anna del Tratado de Guadalupe Hidalgo redactado por los propios estadounidenses.

El río Bravo/Grande fue fijado desde entonces como la frontera natural entre Texas y México y no el Nueces.

El 2 de febrero de 1848, EE.UU. pasó a tener 2,1 millones de kilómetros cuadrados más bajo sus dominios. Y el territorio mexicano se redujo en un 55%.

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