Para muchos, fue un mal recuerdo de los sucedido hace exactamente 20 años: George W. Bush fue a los tribunales para impugnar el conteo de votos y una decisión judicial fue la que le dio la victoria frente al demócrata Al Gore.
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Elecciones en EE.UU.: por qué no se pueden comparar con las de 2000 en la que Bush venció a Gore en los tribunales
Horas después de que cerraran las urnas en las elecciones de la semana pasada en EE.UU., cuando todavía se contaban los votos, el presidente Donald Trump se proclamó ganador, denunció fraude, sin proporcionar pruebas, y anunció que iría "a la Corte Suprema" a disputar los resultados.
Al Gore y George W. Bush se enfrentaron en las elecciones del 2000. (Foto Prensa Libre: Getty Images)
Sin embargo, trazar paralelos entre los dos procesos puede resultar engañoso.
Las disputas por las elecciones de 2000 se redujeron a un solo estado, Florida, donde solo unos pocos cientos de votos separaban a ambos candidatos.
Ahora, por el contrario, Trump ha presentado demandas en varios estados y, además, la diferencia de votos con su rival Joe Biden es proporcionalmente mayor.
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¿Qué pasó en 2000?
En una de las votaciones más estrechas y controvertidas en la historia de Estados Unidos, el vicepresidente demócrata Al Gore se enfrentó Bush, gobernador republicano de Texas e hijo de un expresidente.
Las encuestas habían sugerido que la carrera estaría cerrada.
A medida que avanzaba la noche, quedó claro que el resultado dependía de Florida y los 25 votos que por aquel entonces proporcionaba para el Colegio Electoral (el sistema que usa Estados Unidos para elegir a su presidente en el que el vencedor debe alcanzar al menos 270 votos de 538).
A medida que se contaban las papeletas, los medios estadounidenses proyectaron inicialmente el estado para Gore.
Sin embargo, cuando avanzaron los conteos, se retractaron, alegando que el resultado era demasiado cercano para predecirlo.
Horas después, proyectaron que Bush había ganado Florida, lo que llevó a Gore a reconocer su derrota.
Sin embargo, pronto se supo que la votación había sido tan estrecha que era imposible proyectar un ganador, lo que llevó a Gore a retractarse de su concesión.
En la noche de las elecciones, Bush lideró por 1.784 votos, por lo que, debido al estrecho margen, se convocó un recuento automático que comenzó al día siguiente.
El recuento redujo el margen a 327 votos.
La campaña de Gore luego solicitó recuentos manuales en condados individuales, lo que se desarrolló en medio de muchas disputas legales.
Con los ojos de la nación puestos en Florida, las cadenas de noticias pasaban imágenes de trabajadores electorales examinando las boletas de entonces, famosas porque se perforaban a veces erróneamente en las máquinas de votación de la época.
Por esos problemas, a veces la opción por la que habían votado no estaba clara y, en otros casos, la máquina había hecho una raya en la boleta, pero no la había perforado, lo que hacía más complicado el recuento.
La confusión fue discutida extensamente por los abogados más importantes del país y por toda la nación.
Algunos simpatizantes republicanos en Florida organizaron una protesta violenta en Miami, pidiendo que se detuviera el recuento.
Aunque los manifestantes afirmaron ser “locales”, la mayoría fueron posteriormente identificados como asistentes republicanos del Congreso en Washington DC.
Se la conoció como “la protesta de los Brooks Brothers”, un guiño a los elegantes trajes y corbatas que usaron los involucrados.
La confusión terminó cuando la Corte Suprema falló a favor de Bush, diciendo que el recuento arrojaría dudas “innecesarias e injustificadas” sobre su elección legítima.
La diferencia de votos final fue de 537 del total de casi 6 millones emitidos en el estado.
Gore concedió y dijo que, aunque no estaba de acuerdo con la decisión del tribunal, la acataría.
Aunque perdió las elecciones, Gore obtuvo el 48,38% del total de votos a nivel nacional frente al 47,87% de Bush.
¿Qué es diferente ahora?
En el recuento de 2000 hubo papeletas con problemas. Esta vez, solo hay acusaciones de fraude, de las que no hay pruebas.
El equipo legal de Trump ha presentado demandas en al menos cinco estados. Su afirmación sin evidencia es que ha habido “un gran fraude en nuestra nación”.
Desde hace meses, el presidente ha sembrado dudas sobre la votación por correo, haciendo referencia al fraude electoral o elecciones “amañadas” que son, en su criterio, el único escenario posible para que haya perdido las elecciones.
Los expertos en leyes electorales en EE.UU. sostienen que el fraude electoral en el país es raro y solo afecta una pequeña cantidad de votos.
Actualmente, Biden supera a Trump por miles o decenas de miles de votos en los estados en disputa.
En Georgia, Trump está por detrás en unos 14.000 votos, una cantidad lo suficientemente pequeña como para justificar un recuento automático, según las leyes estatales, pero lo suficientemente grande para que sea muy poco probable que el resultado final cambie.
En la historia de EE.UU. ha habido tres cambios en los resultados a través de recuentos:
- una carrera por el Senado de Minnesota en 2008,
- la elección de un gobernador de Washington en 2004
- y una elección para auditor de Vermont en 2006
Pero en cada caso el margen de diferencia inicial era de menos de 500 votos.
Por demás, Trump necesitaría muchos más estados que Georgia para alcanzar los 270 votos necesarios para asegurar la presidencia.
Los abogados que lucharon a ambos lados del recuento presidencial de 2000 han salido a decir que la situación de este año no tiene paralelo.
“Básicamente, la elección ha terminado. No ha salido nada que pueda afectar de manera plausible el resultado”, dijo al periódico USA Today David Boies, quien dirigió el equipo legal de Gore en 2000.
“No existe una vía legal para que la campaña de Trump impugne de manera plausible los resultados en ningún estado”, agregó.
¿Qué pasa ahora?
James Baker, el exsecretario de Estado que dirigió el equipo de Bush, también se opuso a los llamados iniciales de Trump de “detener los conteos”.
“Todo nuestro argumento [en 2000] fue que los votos ya se habían contado y que como se habían contado, era hora de terminar el proceso”, dijo.
Sin embargo, algunos republicanos de alto rango, incluido el líder del Senado, Mitch McConnell, han defendido el derecho del presidente a buscar opciones legales.
Trump, por su parte, ha prometido en repetidas ocasiones llevar el caso a la Corte Suprema, donde tiene una mayoría de jueces conservadores.
Pero el proceso no es tan simple.
Por lo general, los equipos legales primero tendrían que impugnar los resultados en los tribunales estatales, aunque el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, también ha aprobado “investigaciones preliminares” federales.
Sin embargo, los jueces estatales tendrían que aceptar la impugnación y ordenar un recuento.
Luego, se podría pedir a la Corte Suprema que intervenga.
Sin embargo, para ello, debe haber cuestiones legítimas federales o constitucionales en el centro de la demanda.
Barr escribió a principios de esta semana que los fiscales federales podrían hacer investigaciones “si hay acusaciones claras y aparentemente creíbles de irregularidades”.
Hasta el momento, no existen.