Uno de los que acertó fue el periodista irlandés Gerard O’Connell, que desde hace más de 20 años informa de todo lo que ocurre en el Vaticano, un pequeño estado de 0,44 km² enclavado en pleno corazón de Roma que, a pesar de sus minúsculas dimensiones, está plagado de secretos y enigmas.
BBC NEWS MUNDO
Los secretos del cónclave en el que Francisco fue elegido Papa y que generó “un terremoto en la Iglesia católica”
Pocos predecían en el incierto cónclave de marzo de 2013 que el argentino Jorge Bergoglio se convertiría en papa.
O’Connell, quien conoce personalmente a Bergoglio desde mucho antes de que se convirtiera en papa, ha escrito un libro en el que revela los secretos de aquel cónclave que dejó boquiabierto al mundo por la elección del primer latinoamericano y el primer jesuita para llevar las riendas de una religión que cuenta con más de 1.200 millones de fieles en todo el mundo.
El libro lleva por título “La elección del papa Francisco: un relato íntimo del cónclave que cambió la Historia”y acaba de ver la luz en lengua inglesa.
En BBC Mundo hablamos con O’Connel sobre aquellos días de intrigas políticas en el misterioso Vaticano.
Los cardenales que participan en un cónclave, el proceso de elección de un Papa, no solo permanecen recluidos y aislados del resto del mundo durante el transcurso de las votaciones sino que están obligados a guardar secreto sobre las mismas. ¿Cómo ha conseguido usted desentrañar lo que sucedió en el cónclave en el que el argentino Jorge Bergoglio resultó elegido Papa?
Llevo desde 1985 informando sobre el Vaticano y a lo largo de esos años he desarrollado relaciones personales de confianza con muchos cardenales de todos los continentes. Varios cardenales electores compartieron conmigo información secreta y detallada, sobre todo después del cónclave, con la condición de que no la usara entonces, pero siendo conscientes de que más adelante podría usarla.
Los cardenales se dieron cuenta de que en ese cónclave había tenido lugar un cambio de las proporciones de un terremoto en la Iglesia católica, y algunos de ellos querían que la gente supiera cómo había sucedido, así que compartieron esa información conmigo para dejar constancia para la historia.
Cuando los Papas Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II murieron, los cardenales llevaban ya tiempo buscando un sucesor. Sin embargo, cuando el 11 de febrero de 2013 Benedicto XVI anunció su dimisión, la noticia sorprendió al mundo. ¿Ese ‘efecto sorpresa’ influyó de algún modo en la elección de Bergoglio como Papa?
El anuncio de la dimisión de Benedicto XVI, el secreto mejor guardado de su pontificado, tomó a los cardenales completamente por sorpresa, no estaban en absoluto preparados para un cónclave y solo tuvieron 30 días para decidir a quién elegir como nuevo papa. La repentina dimisión de Benedicto XVI hizo que no hubiera tiempo para las maniobras de lobby que precedieron al cónclave de 2005 (cuando eligen a Benedicto).
El pontificado de Benedicto XVI se vio salpicado por numerosos escándalos, incluido el famoso Vatileaks. ¿Contribuyó eso de algún modo a que los cardenales tuvieran claro qué tipo de Papa no querían?
Cuando los cardenales se reunieron para elegir al nuevo papa intentaron comprender el trasfondo de los escándalos que salieron a la luz durante el pontificado de Benedicto XVI. Varios cardenales se percataron de que los escándalos estaban relacionados principalmente con italianos, así que concluyeron que un candidato no italiano podría ser mejor para acabar con esos problemas.
Otros pensaron que se necesitaba a alguien que pudiera gestionar la curia romana y gobernar la Iglesia. Pero, a un nivel más profundo, muchos cardenales consideraron los escándalos como el resultado de una crisis espiritual y sintieron la necesidad de elegir como Papa a un hombre verdaderamente santo, a un “hombre de Dios”, en lugar de un mánager o un gerente, alguien que pudiera llevar a cabo una reforma espiritual en el Vaticano y en la Iglesia.
Al arrancar el cónclave, las quinielas daban como favoritos al italiano Scola, el canadiense Ouellet y al brasileño Scherer. La posibilidad de que el arzobispo de Buenos Aires pudiera convertirse en Papa ni siquiera se barajaba. ¿Cuándo comenzó a emerger su nombre?
La víspera del cónclave partían en cabeza esos tres grandes favoritos. Sin embargo, muchos cardenales sentían que ninguna de esas tres personas ofrecía un liderazgo realmente inspirador que fuera a llevar una nueva visión y una nueva energía a la Iglesia, así que buscaron una alternativa que sí pudiera hacerlo.
Bergoglio surgió en ese contexto. De los 115 cardenales electores, 68 habían participado en el cónclave de 2005, en el que Bergoglio había quedado en segundo lugar, y sabían que era un hombre profundamente espiritual, no ambicioso, que vivía de forma muy simple y sencilla, que profesaba un enorme amor hacia los pobres y que visitaba de manera regular las villas miseria (barrios pobres) de Buenos Aires.
¿Pero en qué momento en particular empezó a sonar el nombre de Jorge Bergoglio como posible Papa?
Antes de que comience el cónclave tienen lugar las llamadas congregaciones generales, en las que los cardenales se preparan para la elección del pontífice. En la penúltima de estas reuniones, Bergoglio llamó la atención de muchos con una charla de tres minutos y medio que fue inspiradora, refrescante y visionaria. Sus palabras tuvieron un enorme impacto y, desde ese momento, muchos comenzaron a verlo como el nuevo papa.
¿El hecho de ser latinoamericano jugó a su favor?
Sí, por varias razones. En primer lugar, Bergoglio ya había emergido como líder de la Iglesia de América Latina en la conferencia de obispos latinoamericanos (CELAM) celebrada en Aparecida, Brasil, en 2007. En segundo lugar, Bergoglio había sido presidente de la conferencia episcopal argentina durante dos mandatos y había demostrado buena capacidad de liderazgo. Y en tercer lugar, prácticamente todos los cardenales latinoamericanos hablaban bien de él. Además, casi el cincuenta por ciento de los católicos del mundo hablan español y la gran mayoría de ellos vive en América Latina. Ya en el cónclave de 2005, muchos votaron por Bergoglio.
Ya en la Capilla Sixtina, en primera votación del cónclave, se produjo una gran sorpresa. El cardenal italiano Angelo Scola, al que casi todas las quinielas daban como gran favorito y el preferido de Benedicto XVI, no logró la cantidad de votos que se esperaba que consiguiera. ¿Por qué? ¿A qué lo atribuye?
Hubo varias razones. La primera es que los cardenales italianos (que constituían el bloque más grande del cónclave ya que sumaban en total 28 votos) estaban profundamente divididos respecto a Scola; algunos de hecho se oponían fuertemente a su elección. Varios cardenales se sentían también incómodos por los lazos estrechos que Scola mantenía con el movimiento Comunión y Liberación.
Además, muchos cardenales sentían que Scola tenía problemas a la hora de comunicar con la gente porque empleaba un lenguaje complicado. Y una cuarta razón es que era visto como el candidato preferido de Benedicto XVI, con quien estaba muy alineado a nivel teológico. Muchos cardenales pensaron que si Scola era elegido Papa, desde el punto de vista teológico habría más de lo mismo.
Tras esa primera votación llegó la noche. Una noche que según su relato resultó fundamental porque al día siguiente Bergoglio ya era el candidato más votado. ¿Qué ocurrió aquella noche?
En la primera votación, mientras Scola obtuvo 30 votos (muchos menos de los que se esperaban), Bergoglio sorprendió a muchos cardenales consiguiendo 26. A juzgar por los resultados, y según explico en mi libro, en esa primera votación quedó claro que un gran número de electores no estaban seguros de a quién votar, pero cuando Bergoglio emergió de esa manera tan fuerte muchos interpretaron que era una señal de Dios y votaron por él en la segunda votación, poniéndole en cabeza y dándole una ventaja que ya nunca perdió.
En su libro usted habla de cenas secretas que inclinaron poderosamente la balanza a favor de Bergoglio. ¿Qué cenas fueron esas?
Como muestra la historia de los cónclaves del siglo XX y el de 2005, los cardenales con ideas afines o que hablan la misma lengua a menudo se reúnen en cenas privadas o reuniones en lugares alejados del público para discutir los nombres de posibles candidatos a ser el próximo Papa, y los desafíos a enfrentar. Tales reuniones o cenas se llaman “secretas” porque generalmente son desconocidas para los medios de comunicación e incluso para los cardenales que no están en ellas. Son eventos importantes, ya que ofrecen a los cardenales la oportunidad de discutir libremente y compartir confidencias.
En mi libro menciono en concreto una reunión, no una cena, la víspera del cónclave en el apartamento vaticano de Attilio Nicora, un cardenal italiano que trabaja en la curia romana, en la que muchos cardenales afines de los diferentes continentes se reunieron para discutir la situación y allí surgió que todos ellos pensaban que Bergoglio era el mejor candidato, y lo apoyaron.
En todos los cónclaves hay “kingmakers“, los “hacedores de reyes”, cardenales que guían a los otros y les indican a quién deben votar. ¿Quiénes fueron los ‘kingmakers’ del cónclave en el que Jorge Bergoglio fue elegido Papa?
Como la mayoría de los cardenales que participan en un cónclave no se conocen bien, dependen de los “kingmakers” para obtener orientación con respecto a posibles candidatos. Los “kingmakers” son cardenales que conocen a muchos (quizás a todos) cardenales y en los que sus compañeros purpurados confían para que les den información fiable respecto a los candidatos. Hubo varios cardenales de esos en el cónclave de 2013, incluidos Bagnasco (Italia), Maradiaga (Honduras), Murphy-O’Connor (Reino Unido), Gracias (India) , Monswengo (República Democrática del Congo), Turkson (Ghana) y Hummes (Brasil).
¿Cómo reaccionó Bergoglio a todo eso? ¿Se puso nervioso al ver que podía convertirse en Papa? ¿Hizo de algún modo campaña?
No hubo campaña a favor de Bergoglio en ese cónclave. Además, él nunca hubiera estado de acuerdo con una campaña a su favor. Su nombre como candidato fue surgiendo despacio y solo en los días previos a que los cardenales entraran en la Capilla Sixtina para votar.
El nombre de Bergoglio surgió porque muchos de los cardenales buscaban un cambio radical y se dieron cuenta de que los tres nombres que en principio se barajaban como favoritos nunca lo llevarían a cabo. Bergoglio, por su parte, nunca pensó que sería elegido Papa, había comprado el billete de avión para regresar a Buenos Aires, había preparado la homilía para la misa de Jueves Santo, así que estaba tranquilo. Sólo se dio cuenta de que podía convertirse en Papa después de la tercera votación.
En el cónclave también hubo varios cardenales que se oponían radicalmente a la elección de Bergoglio como Papa y que llegaron a hacer circular noticias falsas sobre él a fin de tratar de evitar que pudiera convertirse en pontífice. ¿Qué era lo que esos cardenales detestaban de Bergoglio?
Hubo alguna oposición a Bergoglio en el cónclave por parte de aquellos a los que no les gustaba su estilo de vida simple y austera y su apuesta por los pobres, y por parte de otros a los que no les gustaba su actividad como misionero, su idea de una iglesia que sale a las periferias y el que hubiera dado instrucciones a los sacerdotes en Buenos Aires para que bautizaran a los hijos de las madres solteras.
Los enemigos durante el cónclave de Bergoglio, ¿son hoy los enemigos del Papa Francisco? ¿Quiénes son y qué buscan, qué pretenden?
Varios participantes en el cónclave me contaron que la oposición a Bergoglio en el último cónclave fue mucho más débil que la que hubo contra Ratzinger en el cónclave de 2005. Si bien la oposición a Francisco era una minoría en el cónclave de 2013, desde entonces ha ganado fuerza debido a su apertura hacia las personas divorciadas y casadas en segundas nupcias, hacia las personas LGTB, su enfoque en los pobres, sus crítica a la economía, su postura sobre la migración, su oposición a las armas nucleares, al comercio de armas y la pena de muerte. Sin embargo, hoy, a pesar de las apariencias, la oposición proviene de una minoría relativamente pequeña entre los cardenales, obispos y laicos.
Usted habla del Papa Francisco como un hombre santo. Sin embargo, las víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes se quejan de que no está haciendo lo suficiente para acabar con esa lacra.
Creo que es importante entender que el problema de los abusos a menores por parte de sacerdotes estaba en la Iglesia católica mucho antes de que Francisco se convirtiera en papa en marzo de 2013. Como varios estudios muestran, la mayoría de esos abusos tuvieron lugar entre la década de 1950 y la de 1990, especialmente en los años 70 y 80 durante el pontificado de Juan Pablo II. El número de nuevos casos bajó significativamente durante el pontificado de Benedicto XVI, y desde que Francisco fue elegido Papa, la inmensa mayoría de los casos que han salido a la luz son viejos, tuvieron lugar hace décadas.
Pero insisto, ¿está haciendo Francisco lo suficiente para eliminar los abusos a menores?
Es difícil decir qué es suficiente para para eliminar los abusos contra menores, visto que se trata de algo extendido en la sociedad pero de lo que con frecuencia no se habla. Francisco ha hecho muchas cosas para tratar de erradicarlos de la Iglesia. Se ha reunido en persona con más víctimas que cualquiera de sus predecesores, y prácticamente todas las semanas se reúne con algunas de ellas. Es algo que mucha gente no sabe. En 2016 introdujo una legislación en la Iglesia que posibilita apartar a un obispo que encubre abusos o fracasa en la protección de menores.
Pero las víctimas de abusos se quejan de que todavía es muy difícil llevar a un cura abusador de menores ante la justicia ordinaria. ¿No cree que tienen razón?
Eso era especialmente cierto en el pasado, pero la situación ha cambiado considerablemente con el papa Francisco. Permitió que el cardenal George Pell regresara a Australia para ser juzgado, a pesar de que como funcionario del Vaticano podía haber reclamado inmunidad diplomática. Sacó a Theodore McCarrick del colegio de cardenales y del sacerdocio. Permitió que el cardenal Philippe Barbarin fuera juzgado en Francia por encubrir supuestamente abusos. Y en un nuevo decreto ejecutivo del 9 de mayo establece de manera muy clara que los líderes de la Iglesia deben de seguir las leyes de sus respectivos países, y que si dicha ley les exige denunciar a los que abusan de menores ante las autoridades civiles deben obedecer.
El papa Francisco tiene 82 años. ¿Ya empiezan a barajarse nombres sobre quiénes podrían ser sus sucesores?
El papa Francisco hoy disfruta de buena salud. Disfruta de una gran paz interior y tiene una energía extraordinaria para un hombre de su edad. No hay cónclave en el horizonte. Además, uno no puede saber quiénes son los verdaderos candidatos hasta que no haya una lista final de los cardenales electores. El 47% de los cardenales que elegirán al sucesor de Francisco han sido hechos cardenales por él, y nombrará nuevos cardenales antes de que finalice el año. Así que es bastante posible que su sucesor aún no sea un cardenal.
¿Cree posible que Francisco siga los pasos de Benedicto XVI y dimita también él en algún momento?
Es posible, pero no creo que ocurra a no ser que padezca una enfermedad grave. Yo estoy convencido de que morirá como papa.