El administrador del local fue detenido y varios parroquianos huyeron.
Valencia relató que se sabe que los que fallecen son retirados durante la noche por sus propios amigos y enterrados en cementerios clandestinos, sin ningún control.
El nombre de “cementerio de elefantes” —además de referirse a la leyenda africana que señala que los paquidermos suelen caminar en grupo hasta determinados lugares para morir— alude a un cuento del mismo nombre narrado por el hoy fallecido escritor boliviano Víctor Hugo Viscarra.
En su libro “Borracho estaba, pero me acuerdo”, describe estos centros donde las personas, agobiadas por problemas, beben hasta la muerte.
El cuento fue llevado en 2009 al cine por el cineasta boliviano Tonchy Antezana, una obra de 81 minutos que narra la historia de Juvenal, un alcohólico de 33 años que decide morir allí, envuelto en un mar de alcohol.
De acuerdo con las autoridades, unos 50 “cementerios de elefantes” estarían funcionando ilegalmente en La Paz.