Este sórdido asesinato ha levantado una oleada de indignación y ha puesto de nuevo de relieve el horror de los crímenes de honor y la fragilidad de la situación de la mujer en Pakistán, un país en el que la mayoría de los matrimonios son concertados por las familias.
La policía detuvo el martes en el lugar de los hechos al padre de Farzana, pero el primer ministro Nawaz Sharif pidió a las autoridades locales resultados urgentes para este asunto.
“El equipo especial de investigación de la policía ha detenido a cuatro hombres más, un tío y dos primos de la mujer y un conductor”, declaró este viernes un responsable de la investigación, Zulfiqar Hameed.
En una macabra vuelta de tuerca de este asunto, el viudo de la joven asesinada, Mohamed Iqbal, confesó que había matado a su primera esposa para casarse con ella. “Estaba enamorado de Farzana y maté a mi primera mujer por causa de ese amor”, declaró Mohamad Iqbal, precisando que la había estrangulado.
Iqbal afirmó que no tuvo que cumplir con su pena de prisión. Su hijo, que había denunciado el asesinato a la Policía, posteriormente lo perdonó.
Controvertidas leyes vigentes en Pakistán permiten, por ejemplo, al autor de un homicidio proponer entregar una compensación financiera (el ‘precio de la sangre’) a la familia para no cumplir con su pena.
Una vez en libertad, el asesino convenció a Farzana para que se casara con él. Pero la familia de la joven finalmente se opuso a su unión, pero no porque el hombre hubiera matado a su esposa, sino porque la dote económica era insuficiente, dijo el hombre.
Estados Unidos, Reino Unido y la ONU han denunciado el asesinato de la joven, embarazada de tres meses, y han pedido a Pakistán medidas concretas y rápidas para atajar los crímenes de honor.