En la operación participaron unos cien profesionales, que se fueron rotando en cuatro equipos de trabajo a lo largo de la jornada, seguida con expectación en todo Chile.
“Desde las 21.45 horas de anoche, María Paz y María José son dos personas completamente distintas. Ahora, cada una de ellas tiene que luchar individualmente por salir adelante”, señaló en rueda de prensa el jefe del equipo médico del Hospital Luis Calvo Mackenna, Francisco Ossandón.
“Para ellas comienza una nueva vida. La separación fue realmente como nacer de nuevo. Los papás están esperanzados, contentos, imagínese lo que es ver a sus hijas separadas”, agregó.
Sin embargo, Ossandón señaló que “falta aún un tercio del proceso de sanación, que va a ser tan difícil como los otros, sobre todo la recuperación inmediata en las primeras 48 y 72 horas, cuando deberán repararse todos los órganos que quedaron dañados con la operación quirúrgica”, explicó Ossandón.
De su lado, el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital, Carlos Acuña, dijo a medios locales que “las niñas presentan fallas renales y pulmonares. Están estables, pero graves dado la naturaleza de la cirugía, ahora el mayor riesgo es una falla multisistémica”.
Las niñas estaban unidas desde la parte alta de esternón hasta la pelvis y compartían el hígado, parte del intestino y el colon. Tenían sus uréteres cruzados, es decir, cada riñón desembocaba en la vejiga de la otra niña.
Hace dos meses las siamesas habían sido sometidas a otra operación para separar una de las piernas que compartían.
La operación ha sido calificada como un hito para la medicina chilena.