Los combates que hacen estragos desde el 9 de febrero recién pasado en esta región han despertado un conflicto dormido desde seis años, en momentos en que las autoridades tratan de instaurar un acuerdo nacional de alto el fuego para poner fin a las contiendas bélicas entre el poder central y varias de las numerosas minorías étnicas del país.
Según el diario oficial Global New Light of Myanmar, el sábado se registraron enfrentamientos entre soldados birmanos y “grupos renegados” de Kokang que “infiltraron” Laukkai, la ciudad donde se produjo el ataque de la semana pasada.
Los combates terminaron al anochecer. El ejército halló “13 cuerpos” de combatientes rebeldes y se incautó de cerca de un centenar de “armas ligeras”, agregó el periódico.
Desde hace varios meses se registran también regularmente enfrentamientos en otras partes de los estados de Shan y Kachin, en el norte del país, que suscitan dudas sobre la capacidad de Birmania para firmar un alto el fuego.
Las autoridades anunciaron en un primer momento que esperaban firmar el jueves un acuerdo con motivo de la fiesta nacional, pero luego reconocieron que no estaba todavía listo. El Gobierno -casi civil- que reemplazó a la junta en 2011 prometió poner fin a las guerras civiles.