Las vendedoras eran dos hermanas ancianas cuyo abuelo había adquirido el cuadro en 1916.
Las pinturas de Hitler suelen aparecer en subastas, pero este paisaje urbano de 28 por 22 centímetros traía la factura original y una carta firmada por Albert Bormann, edecán de Hitler y hermano de su secretario privado Martin Bormann.