“A todos les parecía que estaba raro, hinchado. Pero, entre el dolor y los nervios, nadie se animaba a decir que directamente asemejaba otra persona”, dijo al diario La Nación Sergio Barrionuevo, sobrino de Eduardo Barrionuevo, fallecido a los 68 años.
Cuando las sospechas se hicieron insoportables, otro familiar se animó a correr la mortaja del difunto y descubrió en una pierna la etiqueta con la identidad del fallecido a quien ninguno de los presentes conocía.
En medio de la indignación y el estupor corrieron al hospital adonde se encontraron con la otra familia que pugnaba por encontrar los restos de su ser querido que habían desaparecido de la morgue.
“Es llamativo que la familia no se haya dado cuenta”, acotó el director del Hospital Italiano, Juan Gras, consultado por el incidente.
El facultativo responsabilizó a la funeraria por el error y ordenó la apertura de un sumario.
“Es espantoso, para nosotros y para la otra familia”, dijo Sergio al admitir sentir culpa por no haber advertido inmediatamente que el cadáver no era el de su tío.