Durante su informe semanal de labores, Correa añadió que “la extrema derecha colombiana quiere la guerra, no quiere la paz”.
El viernes, el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, llamó a su despacho al embajador de Estados Unidos en Quito, Adam Namm, para pedirle que aclare si la Central de Inteligencia (CIA) participó directamente en un bombardeo colombiano contra la guerrilla de las Farc en Ecuador en 2008.
Patiño dijo que entregó a Namm una comunicación en la que le manifiesta la preocupación de Quito por un informe publicado por el diario The Washington Post sobre la colaboración de la CIA en el ataque militar colombiano que mató en Ecuador al entonces número dos de las Farc, Raúl Reyes.
La acción, considerada por la Organización de Estados Americanos (OEA) como una violación a la soberanía ecuatoriana, motivó la ruptura de relaciones diplomáticas entre Bogotá y Quito, que fueron restablecidas plenamente en 2011.
“Vamos a tomar las medidas del caso, pero con mucha prudencia porque esto puede ser una trampa para boicotear los procesos de paz”, enfatizó Correa.
Señaló que Patiño “ha llamado a pedir explicaciones al embajador Namm, y dependiendo de esas explicaciones daremos la respuesta correspondiente”.
El gobernante sostuvo que “era un secreto a voces que la CIA había ayudado a (el expresidente colombiano Alvaro) Uribe a esa puñalada por la espalda” contra Ecuador con el bombardeo dirigido hacia un campamento clandestino de las Farc en territorio nacional, que dejó 24 muertos -incluidos un ecuatoriano y cuatro mexicanos-.
“¿Por qué recién se revela ahora, en vísperas de las elecciones presidenciales en Colombia y cuando se están realizando las conversaciones de paz con las FARC?”, anotó.
En su informe del pasado fin de semana, The Washington Post señaló que la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense colaboraron en acciones contra jefes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), a través de un programa secreto que contó con un “presupuesto multimillonario”.
La ayuda a Colombia incluyó el suministro de un sistema de rastreo por GPS para bombas, mecanismo que las convirtió en armas de altísima precisión.