“El agua estuvo relativamente caliente. Tenía 4 grados, por lo que no está helada, y se nada mejor”, explicó el checo Michal Hrubes, uno de los participantes.
“Pero éramos muchos, y al girar recibías golpes de todos los lados”, agregó el nadador, en alusión a la participación récord -130 nadadores- en la competición general sobre 750 metros.
La nadadora más joven el lunes fue una chica belga de 13 años y la más veterana una mujer checa de 87 años.
La competición, que lleva el nombre de Alfred Nikodém (1864-1949) como homenaje al orfebre y deportista checo que nadó por primera vez en invierno en el río Moldova en 1923, se celebró el lunes a una temperatura atmosférica de 8 grados.
Tiene como telón de fondo el mítico Puente de Carlos, la colina del Castillo de Praga, con su inconfundible catedral, y el Teatro Nacional de la República Checa.
Varios miles de espectadores se apostaron en las barandillas de los puentes y a lo largo de la calle que escolta el río, para admirar a los nadadores, que por grupos fueron tomando contacto con el agua en la llamada “Isla de los Eslavos”.
Más que una mera competición deportiva, este evento es una muestra de superación personal para sus participantes.
Grupos de jueces vigilan cada tramo del recorrido, para detectar síntomas de hipotermia y sacar a los competidores del agua si consideran que su vida corre peligro.
Una de las participantes más destacadas este año fue la argentina Victoria Mori, de 23 años de edad, actual campeona mundial en natación de invierno sobre 200 y 450 metros libres.
“El hecho de que se haga enfrente del teatro y venga mucha gente hace que sea (una carrera) conocida”, explicó la santafesina tras quedar segunda con un tiempo de 10:27 minutos para los 750 metros.
Mori, una estudiante de Odontología, empezó a nadar en agua fría en el 2014, y se convirtió dos años más tarde, en marzo pasado, en doble campeona mundial en Tiumén, Rusia.
En la carrera del lunes, bastante más larga con 750 metros, le ganó la checa Lenka Sterbova, con un tiempo de 8:58 minutos.
Según Morí, la competición praguense “fue dura, había chicas muy fuertes y es muy bueno, para mejorar el nivel, para incentivarse, para ir entrenando”.
La natación en agua helada tiene una tradición centenaria en la República Checa, donde existen numerosos clubes que se organizan para saltar a las aguas de ríos y lagos en invierno.
Para muchos, la principal motivación es mantenerse sano, no solo en invierno sino en todo el año.
“Con esto, uno es capaz de aclimatarse mejor a los cambios de temperatura”, explicó Michal Hrubes, quien empezó a nadar en invierno pasado los 40 años.
“En invierno no siento tanto el frío y en verano el calor. El cuerpo se hace más resistente”, concluyó.