Las muestras serán analizadas ‘in situ’ por el propio robot. Más allá del desafío técnico que constituye el aterrizaje inédito de un robot sobre un cometa ¿qué es lo que crea tanta expectativa?
“Los cometas son los objetos más primitivos del sistema solar. Vivieron la inmensa mayoría de sus vidas muy lejos del Sol”, explicó a la AFP Rocard, responsable del programa Rosetta del Centro Nacional de Estudios Espaciales.
“La materia que los compone no se calentó, y por esa razón no se modificó”, agrega Rocard. “O sea que guardamos en el congelador durante casi 4.560 millones de años la materia original que formó los planetas, los asteroides…”
Para los científicos, los cometas presentan un doble interés: “En el sistema solar, son los objetos más ricos en gases congelados, siendo el agua uno de ellos, y el más abundante”. “Podrían haber contribuido a aportar agua a la Tierra”, señala Rocard.
“Los cometas son también los objetos más ricos en carbono, cuya parte refractaria –es decir la que permanece en estado sólido a la temperatura actual del cometa, que es de -70ºC–, presenta una forma molecular desconocida”.
“Estas cadenas carbonadas complejas nos interesan porque se necesita una química orgánica compleja para fabricar la vida”, recuerda Rocard, que tiene 57 años y trabaja desde hace 20 para el programa Rosetta.
“Los cometas pudieron aportar estas macromoléculas a nuestro planeta y contribuir de esta forma a la emergencia de la vida”.
– Caldo de cultivo –
La Tierra, que apareció hace decenas de millones de años tras la formación del Sistema Solar, recibió un bombardeo masivo de cometas y asteroides, que sólo se detuvo 600 millones de años después de su nacimiento.
“A partir del momento en que mejoraron las condiciones y que el agua se estabilizó en estado líquido, la caída de cometas pudo haber sembrado los océanos con moléculas complejas”.
“Pudo generar el caldo de cultivo favorable a la síntesis de moléculas orgánicas complejas. El material de los cometas, ya de por sí rico, pudo reaccionar en medio líquido. Y constituir una bioquímica prebiótica (preludio a la aparición de la vida) que formó las primeras membranas y finalmente las primeras células y la vida”, declara Rocard.
Ya en 2006 la sonda Stardust había traído de regreso polvo de cometas que contenía glicina, un aminoácido, el “ladrillo” elemental de las proteínas.
El otro gran interrogante consiste en saber si una parte del agua presente en la Tierra no proviene de los cometas.
“Se piensa que el agua terrestre, producida por una desgasificación primitiva del planeta, fue impulsada durante gigantescos impactos, especialmente el que creó la Luna”, explica el científico.
Esta agua primitiva habría luego desaparecido. Y el agua actualmente presente en la Tierra tendría en realidad “un origen exterior resultante del bombardeo masivo tardío (late heavy bombardement) que se produjo hace 3.900 años”.
Los cometas, ricos en agua, pudieron así contribuir a aportar agua a la Tierra, pero sin duda también los asteroides.
“Vamos a intentar aportar respuestas gracias a Rosetta y Philae, midiendo la relación entre el deuterio (isótopo del hidrógeno) y el hidrógeno presentes en el cometa, y comparando luego esa relación con la de la Tierra.
El espectrómetro Rosina de Rosetta se encargará de los cálculos. Sin embargo, los resultados no serán fáciles de descifrar, advierte Rocard, porque se sabe de antemano que esta relación entre el deuterio y el hidrógeno (D/H) varía de un cometa a otro.
Según Rocard, “no cabe la menor duda de que los resultados de Roseta y Philae van a mejorar el conocimiento acerca de los cometas y contribuir a comprender mejor los procesos que permitieron pasar de la química del carbono a la biología”.