“Los que anunciaron el cese de su ayuda a Egipto o amenazan con hacerlo deben darse cuenta de que la nación árabe e islámica, con los recursos de que dispone, no dudará en aportar su ayuda a Egipto”, declaró el ministro de Relaciones Exteriores saudí, el príncipe Saud Al Fayçal, a su regreso el lunes de París, donde se entrevistó con el presidente François Hollande.
Este miércoles, el ministro saudí expresó en una declaración a la AFP el deseo de que la comunidad internacional “apoye los esfuerzos del gobierno egipcio” y se “abstenga de cualquier medida o política que impida tales esfuerzos”.
Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos ya anunciaron ayudas acumuladas de 12.000 millones a Egipto en los días posteriores al derrocamiento por el ejército del presidente islamista Mohamed Mursi y su detención el 3 de julio. También envió tres hospitales de campaña.
“Los países del Golfo tienen una profunda animosidad respecto a los islamistas y, en particular, los Hermanos Musulmanes y el debilitamiento de la cofradía en Egipto sirve a sus intereses porque significa que el modelo islamista egipcio no podrá exportarse al Golfo y a los otros países árabes”, destaca el analista kuwaití Ayed Al Manaa.
Para Neil Partrick, especialista en Oriente Medio, “la amenaza confirmada de la voluntad de los Hermanos Musulmanes de tomar el poder en el Golfo después de la ‘Primavera árabe'”, condujo a Arabia Saudí a aplicar una “alianza de facto de los regímenes hereditarios de la península arábiga contra ellos”.
Catar, a contracorriente
Tradicionalmente, esos países han sostenido relaciones estrechas con el ejército egipcio desde la época del presidente Anuar Al Sadat y con el régimen del derrocado presidente Hosni Mubarak.
Estas relaciones no fueron interrumpidas tras la elección de Mohamed Mursi, pero “la impopularidad de los Hermanos Musulmanes y su incompetencia dieron motivo a Arabia Saudí y a los Emiratos para animar al retorno del statu quo en El Cairo”, subrayó Partrick.
En lo que respecta a los Hermanos Musulmanes -que sin embargo encontraron refugio en el Golfo cuando fueron reprimidos por el presidente Gamal Abdel Naser- perdieron la confianza de los dirigentes de la región durante la invasión de Kuwait por el régimen de Sadam Hussein en 1990, que no fue denunciada claramente por ellos.
En los Emiratos, los Hermanos Musulmanes son acusados de haber tramado complots para adueñarse del poder y decenas de ellos han sido condenados a la cárcel este año.
Para el analista saudí Jalid Al Dakhil, la preocupación principal de Arabia Saudí es “la estabilidad de Egipto”. “Riad está aterrorizado por la idea de un hundimiento de Egipto”, subraya . “Arabia Saudí se vería en ese caso como el último de los cuatro pilares del sistema árabe clásico, dado que Irak pasó bajo la influencia iraní y Siria vive una guerra civil destructora”, añadió.
Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos llegaron hasta “formar un lobby” para tratar de influir sobre las posiciones occidentales dudosas sobre Egipto, según el analista libanés establecido en Londres Abdel Wahab Badrakhan. “Arabia Saudí ya está muy decepcionada por el abandono por parte de Occidente del asunto sirio y los países del Golfo se preocupan de la falta de claridad de los estadounidenses sobre Irán”, dijo.
El único país del Golfo que navega a contracorriente es Catar, que era el principal apoyo de los Hermanos Musulmanes en Egipto y lamentó la salida de Mursi. “Catar sufrirá ahora un aislamiento en el Consejo de cooperación del Golfo”, conformado por las monarquías árabes de la region, afirmó Dakhil. “Este país debe reequilibrar su posición tras haber apostado todo a los Hermanos Musulmanes”, según él.