En la comparecencia ofrecida tras reunirse con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schultz, el primer ministro, Alexis Tsipras, arremetió contra “la oligarquía económica que se negaba a pagar los impuestos que le correspondían” y “el viejo régimen político que la protegía”.
Tres días antes, el lunes por la noche, el líder de la izquierda radical fue el primer jefe de gobierno griego en asumir el cargo en una ceremonia civil. El gesto tuvo un valor muy simbólico, en una república donde no existe la separación entre la Iglesia ortodoxa y el Estado y donde los jefes de gobierno siempre han jurado el cargo ante el arzobispo de Atenas.
“A nivel semántico y simbólico, se trata realmente de una diferencia. El juramento civil rompe un tabú de la sociedad griega, a priori bastante conservadora”, afirma a la AFP Manolis Alexakis, sociólogo de la Universidad de Creta. “La imagen es lo que cuenta, pero en el fondo, no cambia nada en cuanto a las relaciones entre el Estado y la Iglesia, que no están separados”, añade.
En el gobierno de Syriza, la ruptura con el “viejo régimen político”, simbolizado por los partidos tradicionales (los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok), pasa también por las apariencias.
El traspaso de poderes entre el ministro saliente de Finanzas, Guikas Hardouvelis, y el entrante, Yanis Varoufakis, simbolizó perfectamente el nuevo estilo. Varoufakis, profesor de universidad, bloguero y muy mediático, asumió la cartera ataviado con una chaqueta deportiva y una camisa azul marino, por fuera y sin corbata. A su lado, fiel a los cánones, Hardouvelis compareció vestido con traje de chaqueta, camisa blanca y corbata.
– Gobierno sin ministras –
Siguiendo la tendencia de Tsipras, en estos primeros días han entrado en escena cantidad de consejeros y responsables de los gabinetes ministeriales chapados a su “imagen y semejanza”: varones jóvenes, de menos de 40 años, vestidos de forma “informal”, sin corbata.
Una vestimenta con la que el nuevo equipo quiere “vehicular el cambio político”, según Thomas Gerakis, directivo de la empresa de sondeos Marc. Gerakis apunta que “si los políticos de Syriza se pusieran a llevar corbata de un día a otro, cosa que no habían hecho antes, la gente estaría decepcionada, porque pensaría que el poder los ha transformado”. Y además, según él, “a los ciudadanos les preocupa más ahora el resultado de las negociaciones con Europa que el nuevo estilo de los políticos”.
El gobierno de Syriza tiene, no obstante, una contradicción evidente con otros partidos de izquierda e incluso conservadores y es que en el ejecutivo formado junto a la derecha soberanista no hay una sola mujer ministro. Tanto el jefe del gobierno como su viceministro y los trece ministros son hombres y las mujeres del nuevo gabinete (seis) figuran como secretarias de Estado o viceministras.
No obstante, Syriza propondrá para la presidencia del Parlamento (unicameral) a una mujer, Zoe Konstantopoulou.
Asimismo, una mujer de Syriza, Rena Dourou, es la responsable de la región de Ática, la más poblada del país, ya que incluye a Atenas.
Acerca de esto, la escritora y militante feminista Angela Dimitrakaki, profesora de teoría del arte contemporáneo en la Universidad de Edimburgo, escribió en su blog: “Es verdad que estamos viviendo momentos históricos. Y es verdad que estamos emocionadas. Pero por ahora no estamos participando en igualdad de condiciones. De momento, votamos, apoyamos y seguimos” la situación. “Me gustaría entender qué es lo que ha impuesto que las nuevas caras sean hombres, y si la respuesta será: ‘por desgracia, no había mujeres que tuvieran competencias equivalentes o la experiencia’. Si sucede eso, significa que la situación del país es realmente trágica, y la situación de la izquierda problemática”, añadió.