Cuando se leyó la última papeleta de voto con su nombre, los aplausos y los vivas estallaron en la sala del consistorio, un patio interior de cuatro plantas, lleno de partidarios de Carmena gritando “Sí, se puede”, la consigna de las manifestaciones “indignadas”.
Entre ellos estaba rebosante de alegría Pablo Iglesias, el jefe de Podemos, que se integró en la lista Ahora Madrid junto a plataformas del movimiento del 15M y formaciones ecologistas y de izquiera alternativa.
En las elecciones del 24 de mayo la dejaron en segunda posición a corta distancia de Esperanza Aguirre, histórica dirigente del Partido Popular, pero los socialistas del PSOE la apoyaron en nombre del “cambio” en esta capital impactada por la crisis y salpicada por numerosos escándalos de corrupción.
“Estamos al servicio de los ciudadanos de Madrid, queremos gobernar escuchando, que nos llamen por nuestro nombre de pila, que nos tuteen”, dijo Carmena en su discurso, explicando la historia de Julia, una mujer de 63 años y con un vestido rosa que le explicó cómo sobrevivía con una pensión de 300 euros mensuales.
Aguirre, que ganó con 44.000 votos más, pidió responsabilidad a los ediles con Madrid y con España, pidiendo mantener las libertades que ve amenazadas por el auge de la izquierda alternativa. “Somos el primer escaparate de nuestra nación”, advirtió la conservadora.
Las primeras medidas de Carmena se dirigirán a los niños pobres, a quienes quiere garantizar dos comidas diarias, y las personas en riesgo de ser desahuciadas.
La juez, militante comunista en su juventud y defensora de los derechos humanos, hereda una ciudad de tres millones de habitantes, de avenidas arboladas y con un coqueto centro histórico remodelado pero donde escuecen las heridas de seis años de crisis y una tasa de desempleo del 16%.
Contra la exclusión social
Una situación similar ocurre en la Barcelona de Ada Colau. Esta turística ciudad mediterránea de 1,6 millones de habitantes cuenta con casi un tercio de su población en riesgo de exclusión social.
Su lista, Barcelona en Común, obtuvo once ediles contra diez del hasta ahora alcalde Xavier Trias, conservador nacionalista. A pesar de la victoria, gobernar le será más complicado que a Carmena.
En un consistorio con siete partidos y a diez ediles de la mayoría absoluta (21), Colau tendrá que buscar acuerdos con al menos tres partidos para aplicar sus medidas destinadas especialmente a las clases más vulnerables.
Desde estilos diferentes, Colau más agresiva y Carmena sosegada, abordan los mismos temas: frenar las desigualdades, luchar contra la corrupción y gestionar de manera más transparente y participativa las instituciones.
Listas con postulados similares dirigirán Valencia, un histórico feudo conservador plagado de escándalos de corrupción, Sevilla y Zaragoza, las ciudades más grandes de España después de Madrid y Barcelona.
En ninguna de ellas gobernará el Partido Popular del jefe de gobierno Mariano Rajoy, que perdió 10 puntos en los comicios del 24 de mayo y se verá desbancado por coaliciones de izquierdas en varias de las 14 regiones que renovaron sus parlamentos.
El varapalo forzó a Rajoy a prometer cambios en el gobierno y el partido con el objetivo de mantener su mayoría en las legislativas de noviembre.
Mientras, Podemos y sus aliados, ascendidos a tercera fuerza nacional, empezarán a demostrar desde las instituciones sus políticas con la esperanza de seguir ganando terreno.