Aunque actualmente se encuentran en “proceso de disipación”, según el Servicio Meteorológico Nacional, sus feroces precipitaciones afectaron dos terceras partes del país, pero especialmente al estado de Guerrero, en la costa sur del Pacífico.
En La Pintada, una aislada comunidad cafetalera ubicada en las montañas de ese estado, se produjo el lunes un gigantesco deslave que sepultó cerca de la mitad de la comunidad y deja hasta el momento un saldo oficial de dos muertos y 68 desaparecidos.
El acceso a esta población que contaba unos 400 habitantes antes del alud se dificultó por los múltiples deslaves en su sinuosa carretera, por lo que los equipos de rescate recién lograron iniciar su trabajo el jueves, aunque sin ayuda de maquinaria.
“Al día de hoy, prácticamente no hay esperanza ya de que pueda realmente encontrarse alguna persona con vida”, reconoció el presidente Enrique Peña Nieto, durante una rueda de prensa desde Guerrero, donde pasará el fin de semana para supervisar las labores de rescate, que continúan en La Pintada a fuerza de picos y palas.
“La tierra prácticamente sepultó más de 40 casas”, agregó el mandatario, quien prometió “edificar un nuevo pueblo”.
Hasta el momento, las autoridades habían reportado un total de 101 fallecidos por las torrenciales lluvias, pero si los desaparecidos de La Pintada resultan muertos, este saldo se elevaría a casi 170.
A esto se suman los cinco policías que murieron tras desplomarse el helicóptero en el que realizaban operaciones de rescate, precisamente en La Pintada.
Las autoridades hallaron este sábado la nave accidentada, un helicóptero Black Hawk, con la que perdieron contacto el jueves, luego de haber transportado hasta un lugar seguro a un grupo de sobrevivientes del alud.
“México reconoce el valor y servicio de los tripulantes del helicóptero que trabajaban en labores de rescate. Descansen en paz”, comentó Peña Nieto en la red social Twitter.
Recobrar la normalidad
Tras distribuir unas 700 toneladas de alimentos y medicinas en casi todas las comunidades que quedaron aisladas en Guerrero, el Gobierno se concentra ahora en “lograr que la normalidad nuevamente prevalezca en esta entidad” y en el resto del país, dijo Peña Nieto, quien canceló su asistencia la semana próxima a la Asamblea de Naciones Unidas, en Nueva York, para atender la urgencia del país.
En el turístico puerto de Acapulco (Guerrero), las inundaciones y deslaves obligaron al cierre de sus carreteras y del aeropuerto internacional desde el fin de semana pasado, dejando a más de 60.000 turistas atrapados.
Las autoridades organizaron vuelos que salían directamente desde la pista del aeropuerto y desde una base aérea militar. Además, desde el viernes habilitaron el paso por la autopista que conecta al puerto con Ciudad de México.
Al menos 35.000 turistas lograron salir vía terrestre -en vehículos particulares y autobuses de pasajeros-, que aunados a los 27.000 que partieron en avión suman cerca de 62.000 turistas evacuados, estimó Gerardo Ruiz Esparza, titular de la secretaría de Comunicaciones y Transportes, quien adelantó que este domingo “prácticamente estará ya en servicio normal” el aeropuerto de Acapulco.
La oferta turística del puerto “está prácticamente intacta”, aseguró Peña Nieto, quien planea una campaña promocional para que Acapulco “recupere” la imagen que tenía hace décadas, cuando era destino favorito de estrellas de Hollywood.
Costosa rehabilitación para un país con bajo crecimiento
Aunque Peña Nieto consideró que las fuertes lluvias “tendrán algunos beneficios, especialmente para el campo (…) en zonas que anteriormente estuvieron bajo la sombra de la sequía”, para el secretario de Gobernación (Interior), Miguel Ángel Osorio Chong, los daños de la extraordinaria combinación de los dos ciclones son aún “incalculables”.
Los primeros cálculos oficiales dan cuenta de 1,5 millones de casas dañadas en 22 de los 32 estados, así como 72 carreteras severamente damnificadas.
El Gobierno de México, que en agosto revisó a la baja la proyección del crecimiento económico para este año de 3,1% a 1,8%, tendrá que desembolsar sólo para rehabilitar las carreteras 40.000 millones de pesos (3.000 millones de dólares), según Comunicaciones y Transportes.
Por su parte, el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, estimó que sólo en su estado, que cuenta con más de 20.000 damnificados y 22.000 viviendas dañadas, los gastos de reconstrucción ascenderán a un costo preliminar de 380 millones de dólares.
A principios de semana, el gobierno dijo que dispone de un fondo de 12.000 millones de pesos (unos 916 millones de dólares) para enfrentarse a las consecuencias de desastres naturales.