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Fin de una era: Raúl Castro cede el mando de Cuba a Miguel Díaz-Canel

El Parlamento cubano eligió este jueves a Miguel Díaz-Canel para suceder a Raúl Castro en la presidencia de Cuba, con lo que se convierte así en el primer político sin el apellido Castro en gobernar la isla en casi seis décadas.

Miguel Mario Díaz- Canel, de 57 años, fue electo por la recién constituida Asamblea Nacional. (Foto Prensa Libre: AFP)

Miguel Mario Díaz- Canel, de 57 años, fue electo por la recién constituida Asamblea Nacional. (Foto Prensa Libre: AFP)

Después de casi seis décadas, Cuba inicia una nueva era cuando el octogenario general Raúl Castro entregue la presidencia a Miguel Díaz-Canel, un civil casi 30 años menor a quien el Partido Comunista preparó para dirigir los destinos de la isla.

Hasta ahora número dos del gobierno, Díaz-Canel Bermúdez recibió este jueves la decisión de la Asamblea Nacional de Cuba, que sometió a votación la propuesta para ungirlo como sucesor de los hermanos Fidel y Raúl Castro al frente del país.

“Miguel Mario Díaz- Canel, de 57 años, fue electo Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros de la República de Cuba por la recién constituida Asamblea Nacional del Poder Popular en su Novena Legislatura, que sesiona desde este miércoles en el Palacio de Convenciones de La Habana”, informó el blog oficialista Cubadebate.

Nacido en Villa Clara, el 20 de abril de 1960 -un año después del triunfo de la Revolución que lideró Fidel Castro-, el nuevo mandatario cubano es un político forjado desde las bases del Partido Comunista (PCC) que ha ido ascendiendo progresiva y discretamente en las estructuras del poder hasta convertirse en el número dos del régimen.

Poder menos centralizado

El nuevo presidente tendrá que mantener el equilibrio entre la reforma y el respeto a los principios revolucionarios, pero deberá esforzarse por actualizar el modelo económico, un proyecto iniciado por Raúl Castro.

La tarea más urgente es la unificación de las dos monedas nacionales que circulan en el mercado, además de la eliminación de tasas de cambio preferenciales para empresas estatales -que son la mayoría en la isla-, situación que genera distorsiones en una economía golpeada además por el embargo impuesto por Estados Unidos desde 1962.

A nivel diplomático, el futuro jefe del ejecutivo cubano deberá lidiar con el retorno de Washington al lenguaje de la confrontación, recrudecido con la llegada de Donald Trump al poder, quien dio marcha atrás al acercamiento de finales de 2014.

Raúl sucedió en el poder a su hermano Fidel en 2006, cuando éste enfermó (murió luego en 2016). Inició una serie de reformas impensadas para su economía de modelo soviético, como la apertura a inversiones extranjeras y a la generación de negocios propios, a la par de un histórico acercamiento con Estados Unidos, su enemigo de la Guerra Fría.

“Prueba de habilidad”

Primer vicepresidente desde 2013, este ingeniero electrónico de cabello cano y amante de Los Beatles escaló discretamente en la línea de mando, respetando los caminos establecidos dentro del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC, único).

Raúl, de 86 años, lo trajo a su lado, le encargó representar al gobierno en visitas oficiales al extranjero y lo preparó para asumir el cargo más importante en la isla, mientras la prensa estatal le iba dando más espacio.

Recordado por ser un dirigente que andaba en short y bicicleta, ha sabido darse una imagen más fresca y moderna, abogando por el desarrollo de internet y de una prensa más crítica. Sin embargo ha sido severo contra los opositores o los diplomáticos propensos a criticar públicamente al gobierno.

A cargo de liderar una transición histórica en un primer mandato de cinco años, será el primer líder cubano nacido después de la revolución de 1959 y tendrá que forjar una legitimidad que fue natural en los Castro.

“Es difícil evaluar la capacidad de Díaz-Canel para ser presidente (…) Viene del sistema pero es la rigidez del sistema el mayor obstáculo para avanzar con los cambios económicos y políticos necesarios.(…) Será una prueba de su habilidad política” consideró Michael Shifter, presidente del grupo de investigación Diálogo Interamericano, en Washington.

“Y puede encontrar resistencias”, añadió.

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