En tanto, las oenegés PAX y The Syria Institute afirmaron que más de un millón de sirios viven bajo asedio en 46 ciudades después de casi cinco años de guerra, “muchos más de los que cree la ONU”.
La mayoría de los desplazados estaban bloqueados en el punto de paso de Önc pinar, que las autoridades turcas mantienen cerrado a pesar de la presión internacional.
“Están bloqueados, han abandonado sus casas y sus posesiones y no pueden entrar en Turquía”, lamentó Ahmad al Mohamad, de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Los campos de desplazados están saturados y “no hay plazas suficientes para acoger a todas las familias”, explica este responsable, que cada día viaja a la provincia de Alepo desde Turquía.
En la localidad siria de Azaz y sus alrededores, situada a cinco kilómetros de la frontera turca, familias enteras no tienen más remedio que dormir a la intemperie o en tiendas abarrotadas con capacidad para siete personas pero en las que duermen hasta 20.
“La mayoría de las familias han huido, llevándose sólo la ropa que llevaban puesta”, asegura Mohamad, y advierte de que han empezado a registrarse casos de diarrea provocada por el frío y la promiscuidad.
Las oenegés distribuyen ropa, colchones y ayuda humanitaria que Turquía deja transitar por su frontera.
El secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Stephen OBrien, dijo estar “profundamente preocupado” por la situación y aseguró tener información de civiles muertos o heridos y de hospitales que habrían sido alcanzados por el conflicto.
OBrien pidió a las partes que no ataquen infraestructuras civiles y que permitan a la población desplazarse hacia zonas seguras.
En primera línea
Turquía, en primera línea del conflicto y que ya acoge en su territorio a 2.7 millones de refugiados, teme otra ola de desplazados.
“Hasta que sea posible nuestro objetivo es mantener al otro lado de las fronteras turcas esta ola de migrantes y proporcionarles los servicios necesarios allí donde están”, dijo el lunes el viceprimer ministro Numan Kurtulmus.
Por su parte, la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) pidió el martes al gobierno turco que “abra sus fronteras a todos los civiles que huyen del peligro y están buscando protección.”
El martes, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que estudiaría “muy seriamente” la esperada petición de ayuda de Turquía para luchar contra los traficantes de migrantes en sus costas del mar Egeo.
Esta cuestión será debatida el miércoles y el jueves en Bruselas por los ministros de Defensa de la OTAN. También el jueves se celebra una conferencia internacional sobre Siria en Múnich (Alemania).
Estados Unidos y Arabia Saudí, dos países hostiles al régimen de Bachar al Asad y a la intervención rusa para apoyarlo, pidieron de nuevo un alto el fuego.
31 mil personas han huido de Siria en los últimos días.
80 por ciento son mujeres y niños
1 millón de sirios viven bajo asedio
46 ciudades sirias están aisladas
“Volvemos a pedirle a Rusia que se una a los esfuerzos destinados a conseguir un alto el fuego inmediato y un acceso humanitario completo”, insistió de nuevo el martes el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, ante la prensa, junto a su homólogo egipcio Sameh Shoukr.
La situación es cada vez más difícil para los rebeldes, que están perdiendo terreno en varias regiones, en particular en Alepo, donde el Ejército sólo está a 20 kilómetros de la frontera turca y se acerca a Tall Rifaat.
Esta localidad es uno de los tres últimos feudos de la zona en manos de los rebeldes, peor armados que el ejército regular y que abandonan algunas zonas para minimizar sus bajas.
Las fuerzas del régimen también consolidan sus posiciones en el norte de la ciudad de Alepo, cuyos barrios del este están en manos de los insurgentes, ahora casi acorralados.
En paralelo, el conflicto sigue en otras partes de Siria y este martes un atentado reivindicado por el grupo Estado Islámico mató a al menos nueve personas e hirió a 20 en un club de policía en Damasco, según la oenegé Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).