Gabriele, mayordomo de Joseph Ratzinger durante seis años, fue condenado en 2012 por el llamado escándalo de Vatileaks, al haber sustraído documentos secretos del papa, lo que desató un escándalo que salpicó a la jerarquía de la Iglesia.
El caso de la fuga de documentos confidenciales del Vaticano y de la detención y condena del mayordomo personal de Benedicto XVI, reveló las fuertes tensiones en la iglesia entre conservadores y progresistas, tradicionalistas y modernistas, y partidarios de la transparencia y del secreto.
Indultado después de haber pasado 117 días detenido, Gabriele guardó silencio hasta el final de su vida sobre las verdaderas razones de su gesto.
Durante el juicio relámpago celebrado ante un tribunal de la Santa Sede, había dicho que consideraba necesario denunciar los escándalos del Vaticano para ayudar a la Iglesia a volver por “el buen camino”.
Casado y padre de tres hijos, ‘Paoletto’, como lo llamaban, era descrito como un hombre piadoso y discreto, un poco cerrado.
Apasionado del esoterismo y del espionaje, Gabriele coleccionaba miles de artículos de periódicos.
Durante los registros, los gendarmes encontraron en su casa una increíble cantidad de papeles sobre Benedicto XVI, las rivalidades en el Vaticano, el banco del Papa IOR (Instituto para las Obras de Religión), pero también sobre la logia masónica P2, casos de espionaje, esoterismo, yoga o budismo y sus relaciones con el cristianismo.
Tras el indulto el Vaticano le garantizó a Gabriele un trabajo estable en el hospital pediátrico Bambino Gesù, gestionado por la Santa Sede.