El avión de Alitalia que transportó al pontífice argentino a suelo colombiano, aterrizó a eso de las 4:10 pm hora local en una sección militar del aeropuerto internacional El Dorado, pocos minutos antes de lo previsto por los organizadores. Se creyó que arribaría con retraso debido a que el vuelo debió cambiar de ruta debido a la presencia del letal huracán Irma sobre el Caribe. Se trata de la tercera visita de un papa a la nación sudamericana, luego de los viajes de Pablo VI y Juan Pablo II en 1968 y 1986.
Francisco había prometido visitar a Colombia después de que el país lograse desactivar un conflicto de medio siglo con las Fuerzas Armadas revolucionarias de Colombia (FARC), que costó la vida a más de 220 mil personas y desarraigó a miles.
Durante su visita se espera que el pontífice presione a los líderes colombianos para que aborden las disparidades sociales y económicas que alimentaron cinco décadas de rebelión armada, al tiempo que alentará al pueblo colombiano a equilibrar su necesidad de justicia con perdón.
En un mensaje en video difundido en la víspera de su partida, el papa argentino pidió a todos los colombianos que den un “primer paso” y salgan al encuentro del otro por el bien de la paz y el futuro.
El Papa Francisco llega a Colombia, #EnVIVO por: https://t.co/EHX36iy8Ze pic.twitter.com/zcEj1QDD2R
— VIVOplay (@vivoplaynet) 6 de septiembre de 2017
“La paz es la que Colombia busca desde hace mucho tiempo y trabaja para conseguirla”, dijo. “Una paz estable, duradera, para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos”.
A un año de que el gobierno de Bogotá rubricara un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) la nación sudamericana sigue amargamente dividida por los términos del pacto, aunque los guerrilleros depusieron las armas y comenzaron a regresar a la vida civil. Incluso la jerarquía de la Iglesia católica, que fue clave para facilitar las conversaciones de paz y ahora encabeza el proceso de reconciliación, está dividida, por lo que muchos colombianos consideran que son unos términos demasiado generosos para los rebeldes responsables de atrocidades.
El expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), un férreo opositor del acuerdo, escribió una carta al papa el martes expresando su preocupación por que el pacto impulsó un aumento en el tráfico de drogas y creó una incertidumbre económica que podría destruir el tejido social de Colombia.
El momento álgido de la visita de Francisco se producirá el viernes cuando habrá una reunión y una oración de reconciliación entre las víctimas del conflicto y exguerrilleros en Villavicencio, una ciudad al sur de Bogotá rodeada por territorios controlados durante años por las FARC.
El pontífice además beatificará a dos sacerdotes colombianos asesinados durante las décadas de conflicto con los rebeldes, declarándolos “mártires” víctimas del odio a la fe católica.
El encuentro estará presidido por uno de los símbolos más conmovedores del conflicto: una mutilada imagen de Jesucristo que fue rescatada de una iglesia en la localidad occidental de Bojaya luego de un ataque de las FARC con mortero en 2012. Unas 300 personas se refugiaban en el templo durante la balacera, un enfrentamiento a tres bandas entre los rebeldes, milicias de derecha y el ejército. Al menos 79 personas fallecieron y un centenar más resultaron heridas.
En total, el conflicto armado colombiano dejó más de 250 mil muertos, 60 mil desaparecidos y millones de desplazados.
Antes de la llegada de Francisco, el presidente Juan Manuel Santos y el último grupo rebelde del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) firmaron un acuerdo de alto al fuego bilateral, un importante paso hacia la negociación de un pacto de paz permanente.
Histórico día para Colombia, Francisco es el tercer papa que visita a Bogotá después de 31 años. #BienvenidoFrancisco #ModoPapa pic.twitter.com/wZ2pZ9wlIM
— Bogotá, D.C. (@Bogota__DC) 6 de septiembre de 2017
Francisco es el tercer papa que visita Colombia tras Pablo VI en 1968 y San Juan Pablo II en 1986. Ambos emplearon sus viajes para mostrar solidaridad con las víctimas de la violencia, la discriminación y la pobreza e instaron a las autoridades gubernamentales a solucionar los problemas estructurales y sociales que habían hecho de la nación una de las más desiguales de América Latina.