Esta Convención Marco de las Naciones Unidas en Cambio Climático-COP 15, ha puesto en relieve el mercantilismo que surge en las negociaciones donde usualmente reina la indolencia, la necedad y el egoísmo. ¿Hemos de ser así para con la Madre Tierra, que es la que nos da cobijo?
No se puede negociar con el planeta, así como no se puede negociar con la existencia de la humanidad. O sigue la vida en la Tierra como la conocemos o vamos rumbo a convertirla en un planeta como Marte.
En la COP 15 se han venido debatiendo porcentajes de reducciones de CO2 al estilo de un juego de ajedrez.
No podemos decirle a la Tierra, “Señora Tierra, espérese un tantito para ver cuánto me conviene reducir”.
La Tierra no entiende nuestro idioma y no nos esperará a que nos pongamos de acuerdo, pues sus quejidos ya los estamos sintiendo en inundaciones, sequías extremas, huracanes y en el derretimiento de los glaciares.
A la Tierra no le importa si los chinos o los norteamericanos, los latinos, los árabes o los asiáticos se toman el tiempo para debatir. Es cuestión de escuchar a los científicos y dejar el juego político atrás.
En esta cumbre participaron 45 mil personas de 200 países.