Sin embargo, la versión fue cuestionada por la Iglesia, por lo prematuro de las conclusiones.
La comunidad eclesiástica de México se conmocionó el lunes último luego de que Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez de la Cruz, dos religiosos católicos -sacerdotes ordenados según autoridades de la Iglesia-, fueron sustraídos de su propia parroquia en la ciudad de Poza Rica, para luego ser asesinados.
Los cadáveres fueron hallados el mismo lunes con impactos de bala entre la maleza de un paraje carretero cercano.
Pero el martes, el fiscal de Veracruz, Luis ángel Bravo, aseguró que no se trataba de dos sacerdotes sino de un sacerdote y un sacristán, y que ambos conocían a sus agresores.
Justo antes del ataque “estaban conviviendo y tomando unas copas” con los asesinos en la parroquia de Poza Rica, indicó el fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo, al presentar un avance de las investigaciones.
“Después de cierto rato de estar conviviendo, se descompuso esa reunión y se tornó en violencia”, añadió el fiscal, para quien el crimen fue cometido “al calor de las copas” y no como consecuencia de un ataque del crimen organizado.
Alegar que eran un blanco premeditado de criminales “es rotundamente falso”, subrayó, al precisar que sus primeras investigaciones se basan en “testigos presenciales de esa reunión” y que las autoridades ya cuentan con “nombres y caras” de algunos sospechosos.
Pero para la Iglesia, esta conclusión es “una calumnia infame”, dijo Hugo Valdemar, vocero de la Aquidiócesis Primada de México.
Este vocero y la Conferencia del Episcopado Mexicano confirmaron que se trata de dos sacerdotes ordenados.
“Ahora viene la muerte moral de personas queridas de la comunidad”, lamentó el vocero Valdemar, al estimar que el resultado de la fiscalía es “demasiado precipitado”.
“Que alguien tome una copa con otra no es un delito (…) Está insinuando que fue por esta actitud viciosa del alcohol que lleva al crimen”, dijo.
Según el fiscal Bravo, uno de los religiosos recibió nueve impactos de arma de fuego y el otro un disparo, mientras que los atacantes robaron el dinero de las limosnas, unos US$252, así como dos vehículos.
Además de los dos religiosos, una tercera persona había sido privada de su libertad, pero logró escapar con vida de los agresores.
Según el Centro Católico Multimedial, ya son 14 sacerdotes, un seminarista y un sacristán asesinados, así como dos sacerdotes desaparecidos en México desde que el presidente Enrique Peña Nieto asumió el mandato, en diciembre del 2012.
Papa lo lamenta
El papa Francisco expresó el miércoles sus condolencias por el asesinato de los dos sacerdotes en Veracruz.
Una carta del Vaticano dice que los reverendos Alejo Nabor Jiménez y Alfredo Suárez de la Cruz fueron “víctimas de una inexcusable violencia”.
La Conferencia del Episcopado Mexicano colocó la misiva su portal de internet el miércoles y está firmada por el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano.