En la mayoría de los casos, los asaltantes se hacían pasar por clientes y después recibían el apoyo de un grupo armado, relató a periodistas el comisario Ricardo Prezia.
Lo que llama la atención, según el jefe policial, es que el grupo solo roba el cabello natural, dejando de lado el sintético y objetos de valor, como equipos electrónicos, computadores y dinero y joyas de los clientes
Prezia indicó que todo apunta a que se trata de un “robo por encomienda” , para comercializar el cabello robado en otras ciudades de Brasil o en el exterior.
La alta demanda por tratamientos y extensiones capilares en Brasil llevó en los últimos años a que muchas mujeres, por falta de dinero, comercialicen su cabello en los centros de belleza dedicados a esa actividad.