Desde hace cinco años Easy Solutions, que tiene oficinas en EE. UU., Colombia, Brasil, Argentina, El Salvador, México, Chile y Reino Unido, y a fines de año abrirá en Japón, publica anualmente un estudio sobre el fraude electrónico en América Latina, un delito que crece a la par de la bancarización y la penetración de internet.
Según el centro especializado LACNIC, con sede en Montevideo, el fraude electrónico en América Latina totalizó US$430 millones en el 2013, el cuádruple que en el 2012.
López señaló que la clonación de tarjetas es el delito electrónico más común en la región.
El último estudio de Easy Solutions revela que el 31% de los latinoamericanos con cuenta bancaria, que en promedio son solo un 39% de la población, no usa internet para transacciones, principalmente por miedo al fraude (39%). El 50% de quienes sí hacen transacciones usan para ello un dispositivo móvil.
“Una vez que los usuarios empiezan a hacer uso de internet para transacciones bancarias se enamoran y ya no quieren ir a las oficinas”, dice López.
El uso de la banca móvil crece en toda Latinoamérica, con porcentajes de usuarios del 49% en la región andina, 59% en Centroamérica, 52% en el Cono Sur, 55% en México y un 36% en Brasil, precisamente, según LACNIC, el país de la región más afectado por el fraude electrónico.
En cualquier caso, para esta ingeniera que fundó Easy Solutions junto a dos compañeros de universidad, el hoy presidente de la empresa Ricardo Villadiego y Julián Arguelles, “definitivamente hoy en día todo el que tenga un sitio en internet necesita algo más que usuarios y contraseñas para proteger a los que acceden”.
También está claro que “no hay nada cien por cien seguro”, sobre todo porque los delincuentes se las saben todas en tecnología.
Según López, existen verdaderas “corporaciones internacionales” dedicadas al fraude electrónico, con delincuentes especializados en desarrollar malware o phising, otros que lanzan los ataques a las cuentas, otros que recopilan las credenciales bancarias y otros, las “mulas de dinero”, que recogen los billetes en el banco.
Entre unos y otros se producen ventas de datos, dice la experta.
A finales del año pasado, Easy Solutions constató que en los mercados negros de datos electrónicos se había producido un “brinco” en las cantidades que manejaban, pues eran entre 20 y 30 veces mayores de lo normal.
Se trataba de un ataque a la base de datos de los almacenes estadounidenses Target, que afectó a 70 millones de clientes en EE. UU. y, según López, también a los propietarios de unas 500 mil tarjetas de crédito emitidas fuera de ese país.
Aunque el fraude electrónico es internacional, las corporaciones que se dedican a ese negocio ilícito se asientan en países donde no existe legislación relativa a esos delitos o es muy blanda, entre los cuales mencionó los del Este de Europa e India.
A una pregunta sobre qué puede hacer el ciudadano común para protegerse de esas “muy estructuradas” corporaciones, López recomendó adoptar las mismas precauciones para los dispositivos y tabletas que para las computadoras o portátiles.
Otras recomendaciones son mantener actualizados los antivirus, cambiar frecuentemente las contraseñas y siempre usar una distinta para el banco, hacer compras on line solamente en sitios reconocidos y revisar el certificado de seguridad, no hacer click en links que vengan en correos que no estén debidamente identificados y no dar excesiva información en las redes sociales.
Según el último estudio de Easy Solutions, el 25% de los latinoamericanos usa las mismas contraseñas para distintos sitios, incluido su banco, lo que los hace más vulnerables.
Mientras que en Estados Unidos y el Reino Unido, una persona de 25 a 35 años accede en promedio a 40 sitios que le exigen contraseñas, la media latinoamericana es de cinco sitios.
López destacó que si una persona usa el nombre de su mascota como contraseña, algo muy habitual, y a la vez escribe abundantemente en redes sociales de su perro Pipo, se expone innecesariamente a un fraude electrónico.