“El dinero no es el punto, en absoluto”, señaló el benefactor anónimo mientras se acercaba a los sorprendidos residentes de Staten Island y les entregaba los billetes, que eran nuevos.
“Se trata de destacar los actos de bondad al azar. Yo sólo estoy dando un ejemplo, y si el 10 por ciento de las personas que me ven emulan lo que estoy haciendo, entonces cualquiera podrían un Santa Claus secreto”.
El filántropo, cuyo nombre se mantiene en secreto, vistió por momentos un gorro de duende y una camisa roja con pantalón vaquero.
Se desplazó en una caravana de patrullas de la policía con sirenas que anunciaron su llegada entre viviendas destruidas o circundadas por escombros.
En un centro de apoyo por desastres operado por voluntarios, una mujer recogía tranquilamente alimentos gratuitos y otros productos donados.
El filántropo se le acercó y le preguntó: ¿Te han dado dinero? “No”, le respondió Carol Hefty, una jubilada de 72 años que vive en una casa dañada.
“Toma”, dice el magnate y le entrega el dinero en la mano. “Pero esto no es dinero de verdad”, reaccionó Hefty mientras miraba la frase en rojo “Secret Santa” estampada en el billete. “Es real y es para ti”, le dijo.
La mujer comenzó a sollozar y le dio un abrazo. Y la escena se fue repitiendo una y otra vez durante el día por varias ciudades destruidas de la costa noreste como Elizabeth, Nueva Jersey.
Mientras obsequiaba el dinero era resguardado por un grupo de policías de Nueva York y Nueva Jersey, además de agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
Algunos de los policías llevaban puestos gorros de duendes, como asistentes de Santa. Los agentes son quienes eligen los lugares donde hay más gente necesitada.
En una tienda del Ejército de Salvación de Staten Island, una mujer desempleada de 55 años mira una cartera que cuesta cuatro dólares. “Pero tú tienes 100 dólares”, le dijo el filántropo al tiempo que le ofrece el billete.
Prudence Onesto apenas puede creer, hasta que finalmente sonríe y lo abraza.
Otra desempleada, Janice Kennedy, de 41 años, recibe cuatro billetes de 100 dólares. La mujer, que tiene una hija de 2 años y que perdió su casa por la tormenta, dice que le comprará regalos de Navidad a niña.
“No están solos. íQue Dios les bendiga!”, les dijo el extraño de Misuri a Phillip y Lisa Morris, una pareja de unos 30 años cuya casa quedó dañada, pero ahora tienen 300 dólares en efectivo para comenzar a reconstruir.
El Santa Claus secreto emula la tradición navideña de un buen amigo de Kansas City, Larry Stewart, quien durante años regalaba en diciembre billetes de 100 dólares a extraños en tiendas de ropa usada y albergues.
Stewart falleció en 2007 después de haber obsequiado más de un millón de dólares a desconocidos.
De la misma manera en que llegó, el generoso extraño partió súbitamente con dirección al aeropuerto de regreso a casa, acompañado de la caravana a la que calificó jocosamente como “mi trineo” y que avanzó entre las luces rojas de los semáforos y el tráfico de la ciudad.