Las cuatro campanas, de 80 kilos cada una, fueron fundidas en Buenos Aires y consagradas al Sagrado Corazón de Jesús, a la Purísima Concepción, a San José y a San Ignacio.
El relojero-campanero que restauró el reloj de la iglesia, Alberto Servaggi, manifestó su tristeza por la decisión.
“En 25 años nunca hubo una queja, jamás. Al contrario cuando estuve de vacaciones la gente se sorprendía si no andaba”, se lamentó al diario Clarín, de Buenos Aires.
La iglesia del Salvador fue inaugurada en 1876 por jesuitas en el próspero barrio Norte de la capital argentina.