“El ex presidente Nelson Mandela sigue hospitalizado y su estado es estable“, anunció varias horas antes en un breve comunicado de la Presidencia que proporcionó las primeras informaciones sobre el héroe nacional en 48 horas.
Maharaj, había anunciado el sábado por la mañana la hospitalización por una neumonía, en estado grave, del héroe de la lucha contra el ‘apartheid’. Se trata de su cuarta internación desde diciembre.
El nombre del establecimiento de Pretoria donde es atendido no fue divulgado, tal como sucedió con sus anteriores hospitalizaciones. Sin embargo, decenas de periodistas acampaban ante un hospital especializado de la capital donde al parecer fue ingresado el primer presidente negro de Sudáfrica.
Dos hijas de Mandela y varios de sus nietos fueron vistos allí el domingo. Además, su exmujer Winnie Madikizela-Mandela acudió a ese centro sanitario el lunes por la tarde. A continuación, la policía solicitó a los periodistas que abandonaran el lugar por la noche.
“Vi a mi padre y está bien. Es un luchador”, declaró al diario británico The Guardian la hija del expresidente, Zindzi, la única integrante de la familia que rompió el silencio.
“Hay restricciones médicas y (…) ellos (los médicos) querrían limitar el flujo de visitantes” para evitar los riesgos de infección, explicó el portavoz de la presidencia, desmintiendo las informaciones de prensa según las cuales la familia habría prohibido el acceso al hospital a los responsables políticos del país. “El presidente (Jacob Zuma) tiene la intención de visitarlo, pero quiere primero dejar al equipo médico espacio para ocuparse de él y también dar prioridad a sus familiares”, añadió.
La presidenta de la Comisión de la Unión Africana, Nkosazana Dlamini-Zuma, dijo haber tenido noticia de que Mandela respondía “bien al tratamiento”.
Aunque se suceden las oraciones y los deseos de una pronta recuperación, esta vez el país parece resignado y a la espera de la mala noticia.
De hecho, se multiplicaron las peticiones en los programas de radio y en las redes sociales para que los equipos médicos no insistan con Mandela, que el próximo 18 de julio cumplirá 95 años y cuya salud es muy frágil desde hace tiempo.
“Mientras que el padre querido de nuestra nación Tata (padre) Nelson Mandela sufre una vez más los estragos del tiempo en el hospital, nuestras oraciones son por su comodidad y su dignidad”, declaró el lunes el exarzobispo anglicano Desmond Tutu en un comunicado. “Ofrecemos nuestros agradecimientos a Dios por el don extraordinario de Mandela y deseamos fuerza a su familia”, añadió en un mensaje que se asemeja a una despedida del que, como él, fue premio Nobel de la Paz.
Madiba, nombre de su clan adoptado por los sudafricanos, apareció debilitado en las últimas imágenes que se filtraron en abril, durante una visita a su domicilio de las más altas autoridades del país, que provocó un escándalo.
La última vez que Mandela estuvo hospitalizado fue entre finales de marzo y principios de abril, durante diez días, también por una infección pulmonar, probablemente vinculada a las secuelas de una tuberculosis que contrajo durante su encarcelamiento en la isla-prisión de Robben Island, frente al Cabo.
Fue en esa prisión donde pasó 18 de los 27 años de detención en las mazmorras del régimen del ‘apartheid’.
Aunque está totalmente retirado de la vida pública desde hace años, Mandela sigue siendo el símbolo de una Sudáfrica unida a pesar de sus persistentes divisiones raciales. Encarna el milagro de un país que pasó del régimen de la segregación racial a la democracia en 1994. Esta exitosa transición condujo a que fuera galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1993, que compartió con el último presidente del ‘apartheid’, Frederik De Klerk.