El acuerdo está, sin embargo, en “gran peligro” , según reconoció este viernes el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, que acusó a los separatistas de “atacar los acuerdos de Minsk” al bombardear a las poblaciones civiles del este del país.
Se refería al ataque de los rebeldes con lanzacohetes contra la ciudad de Artemivsk, situada a más de 30 kilómetros de la línea del frente, que dejó este viernes tres muertos, incluido un niño de siete años.
Al menos 16 civiles y 12 militares ucranianos murieron este viernes, según los últimos balances de Kiev y de los rebeldes prorrusos.
El presidente ucraniano también acusó a Rusia de seguir presente en el este de Ucrania. “Desgraciadamente, tras los acuerdos de Minsk, la operación ofensiva de Rusia aumentó significativamente” , lamentó Poroshenko.
Estados Unidos volvió, por su parte, a acusar a Moscú de seguir desplegando armas pesadas en el este de Ucrania.
“Estamos muy preocupados por la continuación de los combates (…) y por informes sobre tanques y sistemas de misiles suplementarios que han llegado estos últimos días del otro lado de la frontera, de Rusia” , declaró la portavoz del departamento de Estado, Jennifer Psaki.
Kiev y los países occidentales afirman que el Kremlin alienta la subversión de los rebeldes del este, suministrándoles armas y tropas. Algo que Moscú siempre negó.
En este sentido, el G7, el Consejo Europeo y la Comisión Europea pidieron el respeto estricto de los acuerdos.
El jefe adjunto de la administración presidencial ucraniana, Valery Chaly, aseguró,que “si fracasa el alto el fuego, Ucrania recibirá ayuda militar de Occidente” .
El jueves, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Francois Hollande, que participaron en las negociaciones en Minsk, dejaron claro que el acuerdo sería difícil de aplicar, y abrieron la puerta a nuevas sanciones contra Rusia si no se respeta el alto el fuego.