El Tribunal rechazó este martes el informe policial en el que se acusaba a la menor, de 14 años y que padece una discapacidad mental, de haber quemado páginas que contenían fragmentos del Corán, ya que no hubo testigos presenciales de la presunta blasfemia.
Aunque la niña pasó unas semanas encarcelada, la controversia que generó su caso -por la endeblez de una acusación contra una menor discapacitada- forzó a los tribunales a concederle el pasado septiembre la libertad condicional.
Desde entonces, Rimsha se halla junto a su familia en un paradero secreto y protegida por las fuerzas de seguridad por temor a represalias de grupos radicales que suelen atacar a los acusados de blasfemia y tomarse la justicia por su mano.
“Sigue protegida y ahora se le buscará un nuevo domicilio porque no puede volver a su casa (en un barrio de Islamabad)”, dijo Ishaq, quien se felicitó por la resolución del caso y por el hecho de que finalmente la niña no haya tenido que huir del país.
La legislación antiblasfemia de Pakistán surgió en el período de dominación británica para prevenir choques religiosos, pero en los años 80 una serie de reformas impulsadas por el dictador Mohamed Zia ul Haq (1977-1988) permitió a los extremistas abusar de la ley.
Desde entonces, se han producido un millar de acusaciones por blasfemia, un delito que en Pakistán puede llevar aparejada la pena de muerte.