“Estimamos que la situación era demasiado imprevisible para ir más lejos”, explicó uno de los responsables de la misión, Alexander Hug, quien habla de “combates continuos” y de “ataques de artillería pesada procedente de ambos bandos”.
“Estos ataques también se lanzan desde zonas habitadas o desde las periferias e implican una respuesta que deja víctimas civiles y desperfectos en las infraestructuras”, añadió Hug.
Para un corresponsal de guerra partidario de Kiev, Yuri Butusov, “los combates por el aeropuerto alcanzaron la misma intensidad que en su pico registrado a finales de septiembre y principios de octubre”, escribió en su cuenta en Facebook.
Los periodistas de la AFP en el terreno constataron continuos disparos a la largo de la jornada.
El objetivo de estos bombardeos es tomar bajo control la nueva terminal del aeropuerto, parcialmente en manos de las fuerzas leales a Kiev.
El recrudecimiento de la violencia, que comenzó hace casi una semana, continúa en la cuenca minera de Donbass, si bien el centro de los combates sigue siendo el bastión separatista de Donetsk y su aeropuerto.
Durante la tarde, el ejército ucraniano afirmó haber lanzado una contraofensiva para “repeler a los rebeldes”, pero “la batalla continúa” en el aeropuerto, donde, según Kiev, murieron dos soldados.
En la capital ucraniana, el secretario del Consejo Nacional de Seguridad ucraniano, Olexandre Turchinov, reiteró que Rusia contaba con soldados de su ejército regular en las filas separatistas, en concreto, ocho mil 500 de los 38 mil efectivos de los prorrusos. Moscú siempre ha negado estas acusaciones.
Frente a esta “amenaza”, el parlamento ucraniano aprobó una ley que prevé tres oleadas de “movilización general” en 2015. La primera, que comenzará el 20 de enero, afectará a unas 50 mil personas.