Dos carteles maltratados por el tiempo en medio de la maleza reciben al intruso con una clara advertencia: “Reserva militar. No entrar”.
Pero no existe una señal visible que lleve el nombre ni el operador de la instalación: El Centro de Datos de Utah, de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
Cuando abra este otoño, la instalación va a ser el mayor centro de almacenamiento de datos de la NSA en Estados Unidos. Pero no le pregunten a las autoridades de Utah, y ciertamente no a los residentes del diminuto Bluffdale, qué ocurre exactamente en los edificios. Y la NSA hace honor a su tradición de no abrir la boca.
“Sabemos que es un centro de espionaje. Pero a quién están espiando?” , dijo Connie Robbins, dueño de una tienda de tapicería en Bluffdale, una comunidad de ocho mil habitantes 40 kilómetros al sur de Salt Lake City que es conocida por su rodeo y sus celebración anual del Viejo Oeste.