La pasión vence cualquier enfermedad
Su técnica es tan sencilla como increíble: observa durante un sobrevuelo los detalles de las ciudades y después solo reproduce con un bolígrafo de tinta negra esas imágenes que parecieran habérsele tatuado entre neurona y neurona.
Su estudio en la ciudad de México fue adaptado en la planta baja de la casa matriz de un banco privado, y observarlo en persona ha maravillado a gente de todas las edades.
“Tiene un talento envidiable, demuestra que la pasión puede superar cualquier enfermedad”, comenta Ever Martínez, un arquitecto de 25 años, a unos pasos del artista.
Durante su jornada, Wiltshire detiene hace una pausa en sus trazos para saludar al público con la mano y una enorme sonrisa, luego vuelve a los detalles de las ventanas de un edificio y minutos después se detiene nuevamente para ver los espacios aún blancos del lienzo, como buscando con la mirada y en su memoria los dibujos que corresponden a esos sitios.
“Uno que vive aquí muchísimos años no la conoce (a la Ciudad de México) en su totalidad, y él ¡sí la captó!” solo con observarla unos minutos, se maravilla María del Rocío Romero, una anciana profesora de quinto grado de primaria.
Entre el público hay estudiantes, algunos con síndrome de Down, que observan atentos. Pero incluso para los maestros, Wiltshire ha sido iluminador.
“No tenía conocimiento de que hubiera personas con autismo y con memoria así de fotográfica”, reconoce la maestra Patricia Flores.
La obra de Wiltshire, que viaja acompañado de su hermana y rara vez concede entrevistas, concluyó el viernes último y el gobierno de la Ciudad de México decidirá donde será expuesta de forma permanente.
El artista ya ha dibujado las calles de Tokio, de Dubái y de París.