El éxito de este novedoso servicio fue tal, que en poco tiempo se podían observar largas filas de personas, en su mayoría hombres, que esperaban turno para un corte de pelo.
Ludmila Mihailova, del centro para niños autistas, dijo a los medios que gran cantidad de hombres ebrios merodeaban el área y confundían la peluquería con el local educativo. Afirmó que en hora de recreo era imposible que los niños disfrutaran el patio.
Encubierto
Debido a la denuncia del centro educativo, un agente encubierto de la Policía rusa se hizo pasar como cliente y con una cámara oculta comprobó que las mujeres trabajaban sin ropa.
Además, se estableció que las estilistas también prestaban servicios adicionales por unos €150 por lo que el local fue clausurado.