En principio Stevens pensó que su riñón serviría para Brucia, pero no fue totalmente compatible, así que la jefa no lo recibió pero sí ingresó a una lista de donantes gracias a que el órgano de Stevens quedó para un futuro paciente.
La ofendida relató que un día se sintió mal y retornó a su hogar. El mismo día Brucia la llamó diciendo “¿Por qué no estás en el trabajo?” No puedes volver –al trabajo, después de la operación- y hacer lo que quieras”.
El enfado fue tal que Brucia envió a Stevens a una sucursal de la compañía ubicada en un barrio peligroso, ante lo cual los abogados de la empleada enviaron una carta a la compañía, tras lo cual Stevens fue despedida.