Finalmente, acordaron reunirse cara a cara en 2013. Newland insistió en que la otra mujer, que no puede ser identificada por razones legales, se vendara los ojos para el encuentro.
Pasaron más de 100 horas juntas, en las que la víctima siempre llevó los ojos vendados, incluso para mirar la televisión juntas y tomar el sol.
La pareja tuvo relaciones sexuales alrededor de 10 veces hasta que la mujer se quitó la venda y vio que Newland llevaba un pene protésico.
Newland, de Willaston, Cheshire, en el noroeste de Inglaterra, afirmó que la víctima siempre supo que fingía ser un hombre y que se dedicaban a juegos de rol para explorar su sexualidad. Insistió además en que no ocultó sus pechos ni usó sombrero para tapar su cara, como se dijo en el proceso.
El juez Roger Dutton describió a la condenada como una mujer “mentirosa, intrigante y muy determinada”. Y, dirigiéndose a ella, agregó: “usted mantuvo esta línea de conducta durante un largo período en el que jugó con sus sentimientos, actuando únicamente para su propia satisfacción sexual sin tener en cuenta el impacto devastador que el descubrimiento de la verdad tendría” en la víctima.