“Es muy acertado, es el segundo año que vengo donde Alberto Layme, el sacerdote andino de Bolivia, y todo lo que me dice se cumple”, dijo a la AFP María Huarcaya, una mujer nacida en Huancayo (centro de Perú), y agrega que en su tierra es natural acudir a los brujos para conocer “cómo nos va ir el año”.
En su pequeño espacio, Layme recibe al cliente que ha tenido que esperar horas para ser atendido. “Leo el futuro en la hoja de coca, es una don que me nació desde niño, no lo hago por dinero sino para ayudar a la gente”, dice.
Cada vez que va a leer las hojas primero pide permiso a los apus (divinidades andinas), luego toca despacio una campana de bronce y reza: a cada cliente le habla de su pasado, le dice si tiene enemigos y al final le hace las predicciones para este año.
Cada puesto de estos “sacerdotes y sacerdotisas” reciben a diario entre 50 y 60 “pacientes” deseosos de que les lean el futuro y “les recen un amuleto para la buena suerte, contra el mal, para seguridad de la casa en esta época donde hay tanta delincuencia en Lima”, dijo a la AFP Lidia Cortez, la organizadora del evento.
La feria, que comenzó el 18 de diciembre y culminará el 25 de enero, también concentra unos 25 puestos de “alasitas”, objetos en miniatura que simbolizan los deseos de quienes las adquieren. Pueden ser desde una casa hasta un diploma universitario, pasando por coches o billetes, a los que se les hace un ritual con incienso, campanas e invocando divinidades andinas para que se conviertan en realidad durante el año.
“El dinero y herraje para los negocios, avión para viajes, búho para conocimiento, cóndor para ascender de cargo, libros para ingresar a la universidad”, enumeró Cortez.