Al estilo de los programas de fidelidad de los supermercados, quienes posean un “carnet de asistencia a misa” recibirán prosecco de Veneto, la región natal del sacerdote, y patatas fritas mezcladas con obleas de la comunión a modo de aperitivo.
Además, el cura subraya en su perfil de la red social que la iglesia cuenta con aire acondicionado y sus dependencias se pueden alquilar para la celebración de cumpleaños y otros eventos.
La idea surgió “como un juego” de cara a los fieles más jóvenes, contó el sacerdote al diario “Il Messaggero”. “Todos los domingos, al final de la misa, sellaba el carnet para certificar la asistencia”, explicó.
Según Formenton, la idea “contribuye a recordar a todo el mundo que la fe es un compromiso y, como tal, no se va de vacaciones”.
Ante la repercusión mediática de su inusual iniciativa, el sacerdote comentaba hoy en facebook: “¿Tanto revuelo por un prosecco y un par de patatitas?”