Guatemala

Mujeres buscan sobresalir en mercado de trabajo

La inserción de la mujer en el mercado laboral es cada vez más frecuente. De acuerdo con cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Guatemala la Población Económicamente Activa (PEA) alcanza los cinco millones 571 mil 358 personas, de las cuales el 34 por ciento —más de un millón 800 mil— son mujeres. No obstante, en el país deben enfrentarse a factores culturales como el machismo y otros estereotipos que les hacen difícil la incorporación al mercado de trabajo. La brecha salarial entre los dos géneros es desfavorable para las mujeres. Según el INE, los hombres ganan en promedio Q1 mil 966.93, pero las mujeres perciben Q1 mil 707.15. El salario mínimo para el 2012 es de Q2 mil 40 más la bonificación para el sector agrícola, y de Q1 mil 875 para el textil. Ambos cuentan con una bonificación de Q250.

el sector  femenino es determinante para el progreso de la Nación, pero dista de ser apreciado en toda su dimensión.

el sector femenino es determinante para el progreso de la Nación, pero dista de ser apreciado en toda su dimensión.

De la fuerza laboral, más de dos millones de personas pertenecen al sector agrícola, en el cual se calcula se encuentran cerca de 225 mil mujeres, revela el estudio. La necesidad de laborar es arma de dos filos para trabajadores a domicilio, el campo y el hogar en Guatemala, y según el documento, solo el 21 por ciento percibe el salario mínimo.

Trabajadoras

Aunque según el INE el 34 por ciento de mujeres integran la PEA, la investigación Las Mujeres en el Mercado Laboral Guatemalteco, de la Asociación de Trabajadores del Hogar a Domicilio y de Maquila (Atrahdom), da cuenta de que el 64 por ciento de las mujeres consultadas, de una muestra de mil, en áreas urbana y rural, dijo que tiene trabajo, de estas, el 46 por ciento presta sus servicios en el sector formal; el 20 por ciento, en la economía emergente; el 33 por ciento, en tareas eventuales, y el 1 por ciento no respondió. La investigación refleja que el 43 por ciento de las mujeres empieza a trabajar entre los 16 y 17 años; 36 por ciento, a partir de los 26; 15 por ciento, desde los 19; y 6 por ciento son niñas menores de 8 años.

De acuerdo con el estudio, el 34 por ciento de las mujeres afirmó que le costó conseguir trabajo; el 15 por ciento dijo que no; y el 17 por ciento no respondió. El 50 por ciento aseguró que la edad es un factor predominante para discriminarlas, pues los patronos prefieren que tengan menos de 30 años. El 28 por ciento de las consultadas considera que hay discriminación desde el tabú de hombre versus mujer; el 10 por ciento se sienten discriminadas por ser indígena; el 8 por ciento, por ser analfabeta; y el 4 por ciento, por pertenecer a determinada religión.

Maritza Velásquez, presidenta de Atrahdom, expuso que, de acuerdo con estimaciones, en Guatemala hay cerca de un millón de mujeres que obtienen ingresos mediante la venta por catálogo, aunque criticó que esas empresas violen los derechos laborales de las trabajadoras, ya que no cuentan con seguro social ni prestaciones. Velásquez señaló que tampoco extienden facturas a los clientes, por lo que no reportan al fisco esos ingresos.

Agregó que el 37 por ciento de mujeres que trabajan son madres solteras y cabeza del hogar. “Ya han perdido el miedo y se han dado cuenta de que pueden solas”, expresó. De la muestra analizada, solo el 32 por ciento de féminas afirmó que recibía el salario mínimo, y el 15 por ciento dijo tener sueldos entre Q300 y Q1 mil mensuales y solo el 3 por ciento de las consultadas percibe más de Q3 mil.

Avances

El estudio Una (R)evolución de género en marcha/ Ampliación de las oportunidades económicas para la Mujeres en América Central, publicado en diciembre último por el Banco Mundial, muestra avances relacionados con la participación de la mujer en el mercado laboral. El informe refiere que las mejoras en la educación han sido motor para que las féminas ingresen en el mercado laboral. “Por primera vez, hacia el 2006 se habían cerrado algunas brechas de género en educación. De hecho, en la mayoría de los países de la región, las mujeres han superado a los hombres en términos de logros educativos y de matrícula escolar”, indica. Otro aspecto que resalta es el hecho de que exista un incremento de mujeres que son jefas de familia.

“El aumento en los ingresos de las mujeres centroamericanas, que por primera vez igualaron y sobrepasaron los ingresos de los hombres, en parte puede atribuirse a acumulación de capital humano durante el decenio y a cambios en la dinámica de la estructura familiar”, según el informe. Aunque la investigación abarcó de 1997 al 2006, Juan Carlos Quan, representante de la firma ManPower para Guatemala, afirmó que existe la tendencia de que la mujer se equipare al hombre en opciones laborales. Añadió que de enero a noviembre, dicha firma reclutó a cuatro mil 463 personas, mil en plazas fijas y el resto en posiciones temporales. De esos empleados, el 52 por ciento eran mujeres —unas dos mil 320—. Todas las posiciones requerían al menos educación media.

Aunque Quan reconoció que aún existe discriminación contra la mujer, también admitió que la brecha en puestos que requieren preparación académica es menor. No obstante, señaló que por factores culturales todavía existen empresas que privilegian candidaturas masculinas.

La mujer en el campo

Pese a que las mujeres se organizan y son capaces de sobreponerse a la exclusión en tareas agrícolas, la realidad en el campo es cruel en la mayoría de casos. Según el estudio La necesidad de trabajar es un arma de dos filos para las trabajadoras a domicilio y del hogar en Guatemala, en el país laboran unas 225 mil mujeres en el campo; de ellas, unas cien mil no son asalariadas.

De acuerdo con un muestreo para el estudio citado, el 37 por ciento de mujeres que labora en el campo tiene entre 19 y 25 años; 26 por ciento está comprendido entre 26 y 35; 14 por ciento tiene entre 15 y 18; el 7 por ciento oscila entre 10 y 14; el 5 por ciento tiene entre 36 y 40, y el 10 por ciento se encuentra entre los 40 y 60 años. De las féminas que laboran en el campo, el 19 por ciento cursó primero y segundo primaria; el 30 por ciento, terminó ese ciclo, solo el 6 por ciento cursó la secundaria, y apenas el 1 por ciento llega a estudiar una carrera intermedia.

Además, el 6, 8 y 7 por ciento culminaron tercero, cuarto y quinto primaria, respectivamente; el resto no reporta estudios. El 56 por ciento de las mujeres expresó que trabaja en el campo por necesidad económica, mientras que el 38 por ciento, para ayudar a su familia; y solo 6 por ciento, para continuar sus estudios. Del total, solo el 21 por ciento admitió que devenga el salario mínimo, mientras que el 79 por ciento gana entre Q30 y Q40 diarios. El salario mínimo en el campo para el 2012 fue fijado por el expresidente Álvaro Colom en Q68 diarios.

“El trabajo de las mujeres en el campo continúa desvalorizado económicamente, por no retribuírsele el pago que les corresponde, en tanto siguen coadyuvando en la preparación de la tierra, y son un grueso laboral que no reclama sus derechos, por estar sujeta a las disposiciones del marido y a los patrones culturales ancestrales del silencio y la tolerancia”, señala el estudio.

Además, solo el 27 por ciento de mujeres afirmó que tiene cobertura del seguro social.

Mejoras

Aunque en el sector agrícola las mujeres sufren discriminación, hay casos de éxito, como el de Piedad Flores, madre de cuatro hijos. Hace poco más de un lustro, su esposo los abandonó. No hubo despedida emotiva, lo único que le dejó fue una deuda de Q23 mil, por la hipoteca de unos terrenos. En el 2005, Flores ingresó en la Cooperativa Cuatro Pinos; ahora es presidenta de proyectos de la Cooperativa Integral Agrícola de Mujeres, adscrita a la primera.

Esa agrupación se legalizó en septiembre del 2010, y a la fecha tiene más de 300 integrantes. María Victoria Arreaga, asesora de la incipiente cooperativa de féminas, explicó que las mujeres buscaron separarse de los hombres, debido a que muchos no cedían espacios. Aclaró que los directivos de Cuatro Pinos apoyaron la independización de las productoras, quienes son propietarias de cuerdas destinadas a la agricultura.

La cooperativa de mujeres da accesos a créditos, asistencia técnica para producción y programas de educación y nutrición, entre otros beneficios. En el 2011, las cooperativistas reportaron ingresos por Q7 millones 508 mil 166.44, lo que representó un ingreso promedio mensual de Q2 mil 275.20 para las 275 féminas que hasta la fecha del estudio la integraban; ello sin contar los Q674 mil 299.48 de excedente. Tampoco se contabiliza lo que las mujeres venden al mercado local.

ESCRITO POR: