CON NOMBRE PROPIO

30 años

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Este domingo 31 de mayo nuestra Constitución cumplirá 30 años de haber sido promulgada y su pueblo le ha dado el mejor homenaje, en los espacios públicos exige su cumplimiento.

Una constitución puede definirse de muchas formas; sin embargo como idea toral es un pacto de unidad, por eso debe tenerse en cuenta la evolución (e involución) histórica.

Llegamos a tres décadas de mantener el mismo Texto Fundamental y con una sola reforma. Eso ocurre por primera vez y significa más de lo que creemos.

Bien lo señaló uno de los más grandes constitucionalistas que este país ha parido hace cinco años, Jorge Mario García Laguardia. Apuntó: “El promedio de vida de nuestros textos constitucionales no pasa de veinte años. Antes de cumplir su mayoría de edad, las constituciones han pasado al archivo de la historia. Solo la sólida constitución liberal de 1879 logró sobrevivir, a pesar de sus ocho reformas, hasta el año de 1944, en que sucumbió ante la modernización y los nuevos aires de la democracia de la posguerra… Existe un ‘techo ideológico’ constitucional integrado por el conjunto de valores, principios y normas que orientan y deben dirigir el comportamiento del Estado, de sus funcionarios, de la colectividad y de las personas; fundamenta el régimen político; vincula a todos los poderes y fija criterios para la adecuada interpretación y aplicación de la Constitución. Promover la realización de estos valores, principios y normas, es la obligación que surge del contexto de la ley fundamental. Y toda esa filosofía constitucional se concreta en el excelente catálogo de derechos que la constitución reconoce y que constituye un todo armónico y completo. Cualquier eventual intento de reforma debe respetar ese marco conceptual”.

Atravesamos una crisis política. Sufrimos haber mantenido una clase política intolerante, corrupta y sobre todo mediocre, pero hay que tener mucho cuidado con los llamados, sin ton ni son, de reforma constitucional porque creer que la represión, la violencia institucional y sobre todo el abuso de los gobiernos de los 70 y 80 son cosas del pasado, es un error.

Muchos políticos salivan con solo pensar en la oportunidad de hacer una nueva reforma a la medida, y ya en 1993, para salir de otra crisis política, se adoptaron disposiciones que más dañaron la precaria labor judicial.

Una Constitución existe, es cierto, como pacto de unidad, pero también como instrumento para evitar el abuso.

Por eso el domingo será un día de fiesta. La defensa de la Constitución no se hace solo con amparos, impugnaciones y juicios; se hace, sobre todo, en la calle, defendiendo la libertad, exigiendo en paz una rendición de cuentas oportuna y clara, pero sobre todo reclamando justicia, un valor que se ha guardado para muy pocos y que es de todos.

abalsells@ea.com.gt

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.