SIN FRONTERAS
¿A la izquierda o la derecha? Depende
¿Considera usted su pensamiento de izquierda, o derecha? Siendo que estamos influenciados por el debate ideológico de naciones más desarrolladas, he llegado a concluir que la posición política de una persona, más que universal, debe responder al país de que se trata. No todas las naciones viven condiciones similares de equidad y justicia social; por tanto, la necesidad de intervención del Estado y fortalecimiento de las garantías humanas es menos urgente en unos países, que en otros. Son abrumadoras las diferencias sociales de un país como Guatemala, con el mundo desarrollado. Y es evidente que no podemos compararnos, pero lo hacemos. Importando discursos que quizás van mejor en otras latitudes, que en la nuestra. Digamos, de ejemplo, Bélgica, donde recién existió un debate que llevó a los votantes a definir su ubicación política en las urnas. Se discutió respecto de la edad de jubilación. Allá, los conservadores —que ven bien reducir el gasto social del Estado— lograron elevar a 67 la edad de retiro de sus trabajadores; mientras que la izquierda luchaba por mantener esa edad en 65. Absurdo sería comparar la situación belga con el caso guatemalteco, donde según la Organización Internacional del Trabajo, menos de un 15% de la población tiene siquiera acceso al seguro social. No digamos a una pensión digna para los años de retiro, o una edad adecuada para la jubilación. Sin lugar a mayor duda, quienes votaron conservadoramente en Bélgica, habrían votado de forma progresista, si sus condiciones fueran las de Guatemala.
Lo mismo sucede con otras discusiones ideológicas en el mundo. Ya sean estas económicas, de género, educativas, o cualquiera que busque reducir la desigualdad. El caso del país individual debe ser tomado como factor determinante, para decidir enfoques más o menos progresistas. Pues aunque los principios puedan ser universales, el lugar en la evolución social de cada nación es diferente. Esto es lo que quizá no entendieron los sectores conservadores en EE. UU., que inicialmente aceptaron la presión de grupos tradicionales en Guatemala, que llegaron a sus puertas diciendo buscar protección de una intervención del “socialismo internacional”. Pues empataban en la dialéctica, respecto de principios morales y económicos de derecha. Sin tomar en consideración que lo que existe en Guatemala, es una amplia porción de la población que añora escapar, en busca —no de un país capitalista— como algunos sostienen, sino de un Estado sólido, que protege al individuo.
Recientemente, en Guatemala, desde el Congreso, políticos rancios que buscan desviar la atención para evitar la reforma electoral, lograron desatar la riña ideológica alrededor del aborto. Y las redes sociales se vieron inundadas de opiniones importadas que abordan esta polémica desde otras realidades. Sobre el embarazo, hay sociedades que hoy discuten acerca de cuándo un embrión es considerado humano; acerca de la inversión pública para asistir a quien tiene un embarazo no deseado, y sobre el cuidado necesario para prevenir esta situación.
Cuando en Guatemala, las iglesias se oponen a que el Estado pueda educar a la población acerca de lo que es la sexualidad humana. Cuando el Estado no tiene siquiera presencia de educación pública en tantos lugares. Cuando ni existe un sistema de justicia al que pueda acudir quien ha sido embarazada en contra de su voluntad.
¿Izquierda o derecha? Personalmente, si viviera en Europa, quizás optaría un poco más a la derecha. Pero en Guatemala, el Estado es débil. En muchos lugares, inexistente. Una mayoría sufre de pobreza e injusticia generacional. Me atrevo a pensar que muchos de quienes promulgan pensamientos conservadores en los países desarrollados, cambiarían de opinión si vinieran a Guatemala.
@pepsol