Allí sí no participan
Lamentablemente aquí pareciera que las huestes vikingas, celtas e ibéricas de nuevo tienen ese espíritu de conquista que desde el siglo XI al XIX las caracterizó.
Lógicamente los países que financian la desestabilización se aprovechan del bajo índice de desarrollo humano, por no decir ignorancia, de los que con la ayuda que proporcionan les dan migajas, que nunca los sacarán de la pobreza.
En el informe, un premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, hace recomendaciones importantes, que por supuesto no son parte de las políticas sugeridas o implementadas por los que reciben millonarias cifras que van para propósitos como fomentar la ingobernabilidad y asustar la inversión. Dice el doctor Stiglitz:
“Para fomentar la resiliencia humana, o sea, la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ella, son necesarias instituciones con capacidad de respuesta. Se requieren políticas y recursos adecuados para ofrecer puestos de trabajo, servicios de salud y oportunidades de educación adecuados, en especial para las personas pobres y en situación de vulnerabilidad. En particular, los Estados que reconocen la desigualdad entre grupos —denominada desigualdad horizontal— y adoptan medidas para reducirla tienen una mayor capacidad para respaldar el principio de la universalidad y fomentar la cohesión social, así como para prevenir las crisis y recuperarse de las mismas”.
Sabemos que los Estados invirtieron en salud, educación y crearon las condiciones para que la inversión generara puestos de trabajo, pero en eso no cooperan los noruegos.
La explosión demográfica de Guatemala podría ser uno de los factores determinantes para que el país no sea sostenible con la escasa inversión que tenemos, gracias a quienes rompen las reglas de convivencia pacífica y que además exigen que sus acciones al margen de la ley no sean judicializadas, o sea impunidad total, que es igual a falta de certeza jurídica.
En uno de sus párrafos, el informe se refiere a los jóvenes:
“La juventud (de los 15 a los 24 años) constituye un período de transición en el que los niños aprenden a participar en la sociedad y el mundo laboral. El número de jóvenes de muchos países está aumentando. (Por supuesto, en los países de bajo índice de desarrollo humano; los de altos índices tienen tasas negativas de crecimiento). Consecuencia, tienen una mayor probabilidad de estar desempleados, subempleados o tener contratos más precarios. La tasa de desempleo de los jóvenes es casi tres veces superior a la tasa relativa a los adultos”.
Es fundamental contar con políticas más ambiciosas (políticas expeditas y mejor focalizadas en materia de educación, y aceleración del crecimiento económico) para cumplir con las expectativas de los jóvenes en el mercado laboral. Pero los súper desarrollados noruegos, allí sí no participan.
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