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Antítesis de Mujica
Al escuchar pensamientos tan profundos como los de José Mujica, expresidente de Uruguay, sustentados por hechos tangibles, entiendo por qué razón es un hombre admirado en todos los países del mundo por su impresionante trayectoria de honradez. Comparado con los funcionarios actuales y los candidatos a la presidencia de Guatemala, es totalmente lo opuesto, y el ideal de lo que debería ser un servidor público de verdad.
Imagine usted que cuando el expresidente Mujica tomó posesión, de inmediato decidió donar el 90% de su sueldo a programas de asistencia social para personas pobres. Esto fue impactante y un tortazo para todos los ambiciosos presidentes de la región. Pregunto, ¿alguno de los candidatos a la presidencia de Guatemala ha ofrecido hacer lo mismo sabiendo que el sueldo del presidente de nuestro país es uno de los más jugosos de toda América? Desde allí veo candidatos ambiciosos que no tienen la más mínima intención de cambiar un ápice de su comportamiento, tan odiado y detestado por toda la ciudadanía.
Pero el problema aquí no son únicamente los politiqueros o funcionarios públicos, ellos no aparecieron espontáneamente en el país y empezaron a hacer de las suyas; más bien son producto de una sociedad enferma de ambición y carente de valores. Esta realidad es muy difícil de aceptar, pero mientras no se reconozca que hay un problema endémico, jamás podremos empezar a cambiar. Mujica habla de la felicidad del hombre, que proviene de un desarrollo integral del ser humano y se centra en la alegría de las cosas pequeñas, que van más allá del materialismo. El dinero no compra la vida, la salud o la inteligencia. Él explicó que la satisfacción de ganar el dinero con el sudor de la frente es un orgullo que da complacencia y honra. Explicó que la vida no es solo trabajar, sino también disfrutar de la alegría de estar vivos, de la familia y las cosas bellas que tiene este mundo.
El pensamiento de Mujica es muy simple y claro, pero al mismo tiempo encierra gran sabiduría de la vida. Su sencillez y humildad son la clave de su éxito. Su carácter cautivó al mundo entero, porque demostró una casta perdida de nobleza, altruismo y amor a los demás. En contraposición, aquí tenemos candidatos ambiciosos, irrespetuosos de la ley, arrogantes, soberbios y a quienes les importa “un pepino” la gente pobre.
Ver a un político de la talla de Mujica al lado de los expresidentes de Guatemala es humillante, porque ellos son la antítesis de este gran estadista. Si tan solo pudiésemos contratar a este hombre inigualable para que fuera nuestro presidente, otro gallo nos cantaría.
Y es que hay un desánimo generalizado, mezclado con temor de que llegue al poder alguno de los actuales candidatos, porque carecen de idoneidad, y hablamos de valores, principios, austeridad y todas las cualidades que encierra el concepto de “servidor público”, además de la importancia de la práctica de la excelencia del ejercicio de una política orientada a satisfacer las necesidades de la población. ¿Por qué no podemos aspirar a alguien como Pepe Mujica?
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