Árbenz, el poder y la locomoción
En nuestro país, la libre locomoción ha sido un derecho conculcado a millones de seres humanos, hasta el día de hoy. Las carreteras por donde circulan libremente vehículos, productos y mercancías han estado cerradas por demasiado tiempo a la educación, a la salud, a la justicia, al empleo, a la seguridad, a la participación y representación de las grandes mayorías ciudadanas de este país.
A 60 años del derrocamiento de Jacobo Árbenz Guzmán queremos recordar un fragmento de lo que él dijo en su discurso de toma de posesión (Diario de Centro América, 15/3/51): “Dentro de la consideración que nos merece el estándar de vida del Pueblo en general, debemos considerar con cuidados especiales a nuestras mejores reservas, a la gran población indígena, y a los jóvenes y a las mujeres en general, como los tesoros más preciados de nuestra riqueza humana. Todo lo que hagamos por la niñez y la juventud, y el cuidado de la mujer guatemalteca, así como en la raíz del problema de los grupos étnicos atrasados, será bien poco si contemplamos el largo camino que nos queda por recorrer, para hacer de las grandes masas nacionales, conglomerados de hombres y mujeres bien alimentados, sanos, cultos y más felices”.
En esencia, proponía carreteras más amplias y una vida digna para toda la población guatemalteca. Y su programa de gobierno se fue cumpliendo en esa dirección, hasta la intervención de Estados Unidos y la implantación de un modelo contrarrevolucionario. Habría que leer con detenimiento la historia para entender que era un modelo capitalista con enfoque social que habría funcionado bien para Guatemala, pero el fantasma del comunismo era demasiado grande y las mentes del poder, demasiado pequeñas.
Carlos Fuentes, escritor mexicano, dijo una vez en el periódico El País (24/abril/ 1995, p.9): “En 1954, John Foster Dulles proclamó la caída de Árbenz como ‘una gloriosa victoria para la democracia’. Pero fue la democracia la víctima más ilustre de la intervención en Guatemala. Las bases para un desarrollo democrático en Guatemala fueron criminalmente frustradas. Washington sentó su derecho de defender a la democracia contra la democracia, auspiciando el derrocamiento y aún el asesinato de jefes de Estado latinoamericanos democráticamente electos (Árbenz, Goulart, Allende….)”.
Quebrar la dependencia económica, política y social de Guatemala hacia Estados Unidos tenía el propósito de quebrar también con un capitalismo periférico, no originario y subdesarrollado de un país tercermundista. Eso fue innovador no sólo para nuestro país, sino para la región latinoamericana. Tantos años más tarde, con una Guatemala situada en el triángulo norte de Centroamérica, y nombrada entre los países menos seguros y más violentos del mundo, nos enteramos de que formamos parte de una región centroamericana donde el poder se concentra en las manos de solo mil millonarios que acumulan US$137 mil millones, orden sostenido por los operadores políticos que se quieren colar en el grupo VIP desmantelando a los Estados que dicen servir. Mientras, la mitad de la población centroamericana sobrevive en la pobreza. Libre locomoción… jajajá.
Cuando leo y escucho la satanización que se hace de marchas pacíficas como la de los Pueblos Mayas de Occidente, realizada recientemente, desde esta “urbanidad” que habla con poder o sin pensar ni conocer, pienso que el derecho a la libre locomoción comienza por reconocer que solo nos haremos país caminando, viviendo como gente, habitando los espacios públicos, hablando entre todos, trabajando en condiciones dignas y manifestándonos en paz. Por ahora, el único camino que tantos niños, niñas y jóvenes han encontrado abierto sigue siendo el del abandono, de la violencia, del hambre, de la migración al norte.
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