LIBERAL SIN NEO

Asalto en la Catedral

La tía Vicky se fue de Guatemala hace más de 40 años. Ahora vive en Texas, se casó con un gringo, Bill, quien tiene una pequeña firma de auditoría y le va muy bien. Tienen una linda casa y dos hijos varones, ya lograditos. Son una familia muy católica. Vicky hace esfuerzo por mantener los vínculos chapines, se mantiene en contacto con las primas y viene a Guatemala cada tantos años, a veces sola y otras con Bill.

Este año, como en otros, Vicky vino a Guatemala apoyando a un grupo de galenos, especialistas de Texas, en una jornada médica. Se ha preocupado de estudiar la terminología y hace de traductora para los médicos mientras atienden pacientes. Le gusta sentir que está haciendo algo por su país y las jornadas médicas le dan mucha satisfacción. Los médicos pagan sus gastos y donan su tiempo y ella hace lo mismo.

Recuerdo que en otra jornada, hace algunos años, bajo el anterior gobierno, les quisieron cobrar impuestos sobre las medicinas que traían a regalar y querían que fuera la esposa del presidente quien las regalara.

En este viaje se trajo a Bill y se alojaron en casa de Beatriz, la hija de su prima. Hay cariño y reciprocidad porque Beatriz, su esposo y sus hijos se han quedado en la casa de Vicky y Bill en Texas, en al menos un par de ocasiones. A Vicky le encanta atender a sus parientes chapines, cercanos y lejanos, cuando andan por allá.

Ella recuerda cuando era patoja que iba con sus amigas a pasear a la Sexta Avenida, en el centro, a comer una dona o tomarse una Coca Cola en Café de París o en el Fu Lusho, quizás ir al cine. No faltaba la caminata del Parque Concordia sobre la Sexta Avenida al Parque Central, y de regreso, viendo vitrinas y patojos.

En este viaje quería llevar a Bill a pasear al centro, que recuerda con nostalgia. Lo tenía entusiasmado con la idea de tomarse un vaso de atol de elote y comer tostadas con guacamol y frijol mientras se echaba un lustre. Tenía dudas de si todavía vendían atol de elote en el Parque Central, que ahora se llama Plaza de la Constitución. Beatriz recomendó que contrataran a un guía y planearon el paseo con especial interés en el Mercado Central y la Catedral.

La Catedral que recordaba Vicky no estaba rodeada de rejas y ahora tiene doble, la que protege la plaza o frente y la que encierra el atrio. Se encontraban en el atrio de la Catedral, escuchando al guía mientras relataba sobre la historia y el resplandor, cuando Beatriz sintió cómo una mano detrás de ella le tomó la frente y presionó su cabeza hacia las rejas. En el instante pensó que era la mano juguetona de algún conocido, pero pronto sintió cómo unos dedos ágiles le retiraban el arete, una argolla de oro, de su oreja. Un escalofrío recorrió su cuerpo y se quedó muda. Le tomó un tiempo voltearse, con temor, pero no vio nada extraño. La tía Vicky y Bill la consolaron con el “menos mal que solo fue eso”.

Estaban asombrados de las manos tan expertas que habían zafado el pin del arete para retirarlo, en un abrir y cerrar de ojos, en lugar de arrancarlo y llevarse un pedazo de oreja. Beatriz se sintió violada, avergonzada y profundamente apenada con la tía Vicky y con Bill.

Esto sucedió en el atrio de la Catedral de Guatemala, frente a la Plaza de la Constitución, a un costado del Palacio de la Cultura. En este año 2015, cuando la Ciudad de Guatemala es Capital Iberoamericana de la Cultura. Vicky y Bill se fueron pensando que quizás para que el visitante tenga una experiencia típica en Guatemala, requiere vivir el asalto de un caco.

 fritzmthomas@gmail.com

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).