Los barrancos

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El estimado amigo geólogo doctor Samuel Donis decía: “Han sido desatendidas las advertencias geológicas del terremoto de 1976”, expuesto en el Simposio Internacional sobre el Terremoto en Guatemala del 4 febrero de 1976, tales como: fallas, roturas de terrenos, derrumbes, etc. Decía: “Han recibido poca atención profesional y mucho menos atención pública desde las primeras semanas después del terremoto. Este silencio se relaciona con la caída de memoria de la catástrofe de 1976”.

Es una certeza que ocurrirán más terremotos en cualquier momento, precisamente ahora que se ha estado moviendo el llamado “cordón de fuego”, del Pacífico, que va desde Chile hasta Norteamérica, que fue el que generó dos desastrosos sismos en Guatemala en 59 años, el de 1917 y el de 1976. Ya llevamos algunos movimientos desde el terremoto de San Marcos y otros pequeños que se han estado produciendo en las costas del Pacífico. Y ahora el Volcán de Fuego en erupción.

Las amenazas a la seguridad en las ciudades provienen de los efectos de los desastres naturales, que tienen que ver con las construcciones improvisadas. Por ejemplo, en México, en la mañana del Viernes Santo hubo un terremoto de 7 grados en la escala de Richter, con epicentro en Tecpán de Galeana —Guerrero, suroeste de México—, que sacudió la capital. Quedaron sin suministro eléctrico y el protocolo en el momento en que suena la alerta era salir ordenadamente a la calle.

Mientras, en Chile un terremoto de magnitud 8,2 que sacudió el extremo norte del país a principios de abril dejó seis muertos y cerca de 12 mil viviendas dañadas, junto a vías de acceso y parte de un puerto inutilizado, con daños especialmente en las ciudades costeras de Iquique y Arica. O el caso de Managua, en que la vicepresidenta Rosario Murillo informó sobre la máxima alerta por un temblor de apenas 2,2 grados en la escala de Richter que pudo haber activado las fallas sísmicas que cruzan el viejo centro de Managua. Y seguimos en Guatemala, con una urbanización salvaje que no “para en mientes” sobre estos asuntos y se construye en cualquier sitio. Ya el Dr. Donis decía: “Los funcionarios públicos y las organizaciones profesionales no fomentan y mucho menos exigen una investigación o sondeos de estas cuestiones debido a las posibles consecuencias políticas y económicas”. Por lo que deberían existir estudios sísmicos en los barrancos, dentro de los planes de “Centros de conservación natural o pulmones urbanos”, y otras cosas más que se proponen para una bienal de arquitectura en Holanda.

ESCRITO POR:

Alfonso Yurrita Cuesta

Arquitecto con estudios de urbanismo en Land Reform Training Institute, Taiwán / Lincoln Institute of Land Policy, Inc., EE. UU. Director de la Unidad Planificación Urbana Municipalidad de Guatemala. Desarrolló el Plan Regulador de Antigua Guatemala.