¿Belice es nuestro?

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y tuvo más que ver con un tema económico: la explotación de los recursos marítimos de esa zona.

Tocará ahora ver qué sucederá con la mediterraneidad de Bolivia y cómo resuelven entre todos su salida al mar. Además, queda pendiente también el asunto del anillo energético sudamericano, ya que cualquier inestabilidad política en Bolivia, Chile o Perú podría afectar en mucho su implementación. Más allá de nuestra mirada al sur, la noticia de lo sucedido en la Corte de la Haya sobre el diferendo entre Perú y Chile, seguro ha provocado un efecto dominó en las vecindades cercanas y no tan cercanas.

No sería nada extraño que en algunos sectores de Guatemala haya vuelto a surgir la pregunta del millón: ¿Belice es nuestro? Y en fila, detrás de esa primera pregunta, otras: ¿querrían los beliceños volverse guatemaltecos?, ¿qué es soberanía?, ¿vale la pena encaminar los pasos hacia la Haya?, ¿qué se lograría con ello?, entre muchas más. Durante los últimos 40 años, el tema de Belice ha servido, principalmente, como un comodín político que se ha puesto sobre la mesa cuando al gobierno de turno se le han trabado las carretas.

Hace más de 200 años, cuando aún no nos habíamos independizado de España, esta permitió a los ingleses cortar madera en un área de cuatro mil 804 kilómetros cuadrados localizada en territorio beliceño. Inglaterra no solo usó esa área, sino que con el tiempo fue extendiéndose unos dos mil kilómetros más. De tratado en tratado, llegamos a 1859, cuando el presidente guatemalteco Rafael Carrera obsequió Belice a Inglaterra a cambio de una carretera que el gobierno británico nunca construyó. Finalmente, hace 33 años, Belice obtuvo su independencia.

Una pregunta que va quedando, sobre todo viendo lo del caso Chile-Perú, es la que corresponde, para el caso Belice-Guatemala, a la plataforma continental marítima, ya que allí entra en juego también Honduras. En todo caso, sería en este pedazo de mar donde convendría poner los ojos si se decidiera asumir el costo económico y político de un asunto como este en una Corte Internacional. La consulta popular en Guatemala y Belice podría ser un ejercicio importante en términos de diagnóstico y catarsis, pero no creo que arroje respuestas muy favorables en contextos como los actuales para nuestro país.

Sea por razones de índole política, económica, nacionalistas o porque la palabra “nuestro” siempre nos hace sentir poderosos y dueños de algo, el tema de Belice sigue generando fuertes cuestionamientos. Siendo los países que somos, tanto Belice como Guatemala, van surgiendo en el siglo XXI nuevos cuestionamientos sobre las fronteras y las autonomías, lo ancho que es el mundo, los pulsos de poder en nuevos contextos, la política de buenos vecinos que permite convivir en armonía, y una pendiente paz que nos estamos ganando a pulso.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.