LA ERA DEL FAUNO

Buenas noches, 2015

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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El subdesarrollo nos llevó hacia las cuerdas de un cuadrilátero desigual, donde peleamos enguantados contra un gigante que tiene púas en los nudillos. Ha sido una pelea callejera entre Cantinflas y Mike Tyson. Buenas noches, 2015, nos enfilamos hacia el amanecer 2016. Concluimos así un episodio más en la vida del mundo. Aunque fuimos llevados a las cuerdas, no todo está perdido. O tal vez sí.

El colofón dice que este año fue impreso como el decimoquinto del tercer milenio. Fueron 365 páginas bien vividas, llenas de alegría, éxitos y grandes satisfacciones. Se supone. Presumiendo con sombrero ajeno, podemos decir que entre nuestros logros está que destituimos a dos altos funcionarios, metimos en jaque a una veintena de diputados, desarticulamos bandas criminales del IGSS, de Aduanas, de la Fedefut; colocamos a un buen actor en Hollywood, lanzamos al estrellato a Ixcanul y perfeccionamos el fiambre.

En el planeta, hemos llegado a tal punto del absurdo que para propagar la noticia de un bombardeo, los atentados en París o para decir que algo muy horrible nos conmociona, ponemos “Me gusta” en Facebook o un corazoncito en Twitter. El sinsentido ganó terreno. La humanidad hace derroche de absurdos. El uso de verboíconos —más conocidos como emoticones o caritas felices, tristes, sonrojadas— ofrece la ventaja de la velocidad, solo que al mismo tiempo abrevia las palabras. Y el problema es que las palabras son los contenedores de las ideas, que a su vez pueden desarrollar grandes proyectos. Por cierto que las ideas ahogadas en las procelosas aguas emoticonas del 2015, difícilmente volverán vivitas y coleando en el 2016, peor todavía si venían arrastrando pedazos ya podridos desde el 2014 o 2013. Ideas viejas para años nuevos, como que no funciona. Afortunadamente, se aproxima otra nueva era, a todo vapor, semejante a los felices acontecimientos de la literatura mística. Se deja venir el 2016, lleno de tabletas y teléfonos inteligentes para los estudiantes pobres.

Para cerrar con broche de oro un año cargado de luchas en las calles y en los hogares, fue entregada la escopetarra, “símbolo de paz”, por parte del Ministerio de Gobernación al PNUD. La escopetarra equivale a transformar una caja de muerto ya usada en mesa de comedor. Para quienes no estén al tanto de qué se trata, es un fusil AK-47 convertido en guitarra. Artefacto mitad tenebrosidad, mitad abominación, cópula infausta del crimen y el arte. Su diseño es atribuido a un colombiano de buenas intenciones que propaga un mensaje de paz por el mundo. Se lo ha entregado a grandes celebridades como Otto Pérez Molina.

Pero dejemos el arma musical recostada por ahí, para cerrar el año con la esperanza de un mañana mejor. Ya se aleja Santa Claus, con su costal tan lleno como lo trajo. Hace años no regala nada, viene a vender ofertas recién salidas del contrabando. Atrás quedan los convivios empresariales, esos tan aburridos a los que suelen ir los trabajadores por obligación, para que no digan, para que no les echen el ojo. Estas fechas tienen su dosis de locura, el relajo y el remanso incrustados en cada minuto, doy fe.

@juanlemus9

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