LIBERAL SIN NEO
Chismoso y difamatorio
En el pasado torneo de futbol Copa Oro 2015 de la Concacaf ocurrieron escándalos deportivos que dejaron mal sabor a los aficionados. La selección de México ganó 2-1 contra Panamá, luego de que el árbitro estadounidense Mark Geiger expulsó injustamente a un jugador panameño y marcó dos penaltis inexistentes a favor de los mexicanos. En cuartos de final contra Costa Rica, en la última jugada del partido, otro árbitro marcó un penalti —para muchos inexistente—, dándole la victoria a México. Conversando con un joven amigo sobre estos sucesos, me comentó que “los muchachos decían” que Carlos Slim, el magnate mexicano, les había pagado a los árbitros para arreglar los partidos a favor de México. Ante mi duda, mi amigo aseguró que consideraba veraz esta versión y que era bien conocido que Slim era muy aficionado al futbol y respaldaba a la selección mexicana. Me preguntó qué pensaba yo. Le respondí que estaba bastante seguro de que Carlos Slim no había tenido nada que ver con amañar los partidos de la selección mexicana. ¿Por qué? Porque tiene mucho que perder y si ha llegado donde está, no va a arriesgarse por un partido de futbol. No es que fuera imposible, pero sí altamente improbable.
La semana pasada circuló en Guatemala un correo electrónico, de esos chismosos, difamatorios, anónimos, pero calzando la firma de un bloguero, de manera falsa. Dicho correo “denunciaba” que tres conocidos empresarios, principales socios y directivos de uno de los más fuertes grupos productivos del país, eran las verdaderas cabezas de la línea. De acuerdo con este correo, en el 2012, uno de estos empresarios llegó a la Casa Presidencial a presentarle a Otto Pérez Molina el “proyecto empresarial criminal” denominado la Línea, que “consistía en tomar el control de todos los puertos del país, y desde allí controlar el contrabando”. “Lógicamente”, propone el malicioso documento, dado que había contribuido a su campaña; al pobre Otto Pérez “no le quedó más que avalar este proyecto criminal”. Me llamó la atención que este anónimo prácticamente coincidió con la entrega de Juan Carlos Monzón. Por cierto, viendo el currículum vitae de Monzón, raya en lo increíble que llega a secretario privado de la Vicepresidencia.
Hago énfasis en el uso del término “proyecto empresarial criminal” en el fantasmagórico correo aludido. Además de victimizar al expresidente, apela a la cosmovisión de lucha de clases extremas, que pretende pintar a la actividad productiva legítima como un robo a los pobres. Esta forma de entender la actividad económica hace mucho daño, envenenando las mentes con la idea de que el éxito comercial es sinónimo de la explotación o el crimen. Siguen viendo el mundo en términos del feudalismo y la Conquista. El éxito legítimo en el proceso de mercado se deriva de satisfacer los deseos y necesidades de otros de manera acertada. Se prospera creando valor, no quitándolo a otros. Para hacer fortuna, pequeña o grande, de manera legítima, es necesario servir a otros. La gran mayoría de empresarios y empresas exitosas dan mucho más a la sociedad de lo que toman de ella.
Recuerdo unas líneas de Manuel F. Ayau, que escribe en 1964, al narrar una conversación con su hija: “Si la pobreza de unos se debe a la riqueza y lujo de otros, la riqueza es mala, y estoy en contra de ella. Si la pobreza de unos no se debe a la riqueza de otros, soy indiferente a la riqueza. Pero si los pobres estarían más pobres si no existieran los ricos, estoy a favor de la riqueza” (Tópicos de Actualidad, No. 78).
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